Siguiendo la ronda de charlas con los protagonistas de nuestro básquetbol, llegamos con Germán Cortizas para hablar de sus comienzos, Aguada, las formativas y la organización de nuestra liga, con la que fue crítico.

¿Cómo viene llevando la cuarentena y qué está aprovechando para hacer?

Con mucha actividad. Parece raro, pero estamos teniendo mucha más actividad que cuando la pandemia no estaba. Estamos todo el tiempo tratando de generar material, y también viendo el material que otros crean porque para los entrenadores hay un montón de charlas, terminás una y ya estás entrando en otra, todas riquísimas en conceptos. Más o menos por ahí vamos, generando contenidos para los jugadores de formativas y también tratando de aprender y seguir creciendo como entrenador.

A veces me propongo ser más selectivo en lo que consumo, veo o leo porque también abruma un poco, ya que es todo mediante Zoom o Live, entonces la pantalla termina afectando un poco y termino el día con dolor de cabeza generalmente. De todas formas, hay que buscar la manera de aprovecharlo al máximo ya que en un año normal estas chances no se nos dan.

Uno de los objetivos más grandes será plasmar todo lo aprendido en la cancha al regreso, ¿qué objetivos y métodos de trabajo se plantea para eso?

Si, es algo que estoy tratando de hacer y organizar. Eso lo aprendí de Miguel (Volcan), él siempre me embromaba con que soy muy visual y trato de llevar en la memoria lo que aprendo, cuando él anotaba absolutamente todo lo que pasaba en las practicas. El lápiz y papel ayuda a puntualizar algunas cosas que después se escapan. Considero que las personas somos más que eso igual, somos un resultado de lo que aprendemos y vivimos. Creo que el crecimiento más grande va por lo que escuchamos, vemos y tratamos de aplicarlo e incorporarlo a nuestra vida.

¿Qué cosas aprendió en sus comienzos como jugador y lo acompañaron de por vida?

No sé si yo estaba muy preparado técnicamente para saltar a la cancha al principio. En ese tiempo Aguada oscilaba en la tabla de un año al otro y fui entrando muchas veces por necesidad del club. Lo que más me dio fue “hacerme duro” y fuerte en el camino y no titubear a la hora de avanzar. Como entrenador he aprendido mucho de mi época como jugador, pero tal vez más sobre el final de mi carrera. Aprendí sobre el profesionalismo y la seriedad que hay que tener, que más adelante me permitieron llevar las cosas con más calma y sin miedo.

¿Cómo influyó sobre el final de su carrera el ser profesor de educación física y formador?

En realidad, yo siempre supe que iba a ser entrenador de básquet, nunca imaginé ser jugador, de chico eso era algo que no esperaba. Si bien me destacaba un poco hay muchísimos jugadores y nunca pensé estar a la altura para jugar, pero las cosas se dieron y estuve jugando varios años. En mis últimos años yo ya había hecho la carrera de educación física para tener una carrera universitaria. No es por desprestigiar mi cargo como entrenador, pero es un trabajo muy inestable en el que hoy estás y mañana tal vez te cortan por malos resultados; entonces quería tener algo más sólido a nivel curricular. En el final de mi carrera como jugador ya estaba recibido y apuntaba a ser entrenador, entonces combiné un poco las dos actividades hasta que decidí dar un paso al costado

¿Por qué su decisión de dejar de jugar y dedicarse a ser coordinador de las formativas de Aguada fue automática?

Yo ya había estado en Welcome y Larrañaga. Cuando volví a Aguada seguí ejerciendo como jugador y entrenador de categorías chicas. En ese momento Aguada me planteó ser el coordinador de las formativas cuando se fue Pablo Morales, pero para eso tenía que dejar de jugar porque me requería muchísimo tiempo. No lo dudé porque era algo que deseaba mucho y quería que Aguada creciera, diera un paso al frente y compitiera con los más grandes.

Me gustan los desafíos complicados, y este era uno de esos que me calzó justo. No digo que fue fácil porque una vez que decidís dejar de jugar no hay paso atrás, pero esto me motivó y lo quería tanto que decidí aceptarlo.

Aunque en formativas es difícil medir por resultados, Aguada pasó de serie 3 a serie 1 y demuestra un proceso y avance deportivo, ¿Cómo se siente al respecto?

Obviamente estoy muy conforme. Es mucho más trabajo del que creía, no solo a nivel de entrenadores sino también de sus allegados. El club ha tratado de fortalecer a la comisión formativas y hacerla trabajaren sintonía con la de primera: Que se fijen que a los chicos no les falte nada, que tengan fruta en las prácticas, que tengan profes suficientes. Ahora la cancha de afuera la están arreglando para que se pueda practicar mejor. Se apostó más a ese crecimiento, también se ha hecho algún esfuerzo y se han arriesgado a traer algún jugador para levantar el nivel. Aunque no es medida, pudimos quedarnos en serie 1 todo el año y ser campeones también. El próximo paso es insertar jugadores en el plantel principal.

¿Cómo fue la transición de ser el coordinador de formativas, al asistente del plantel mayor?

Los consideró a ambos como trabajos muy diferentes, sobre todo el de las categorías más chiquitas. En las más grandes puede aproximarse más por un tema de experiencia y conocimiento que puede compartirse, pero de todas formas veo los dos trabajos como muy distintos, es más táctico y se va en busca de un resultado más inmediato, mientras que en formativas el objetivo es de desarrollo, a largo plazo.

Ser asistente es algo que buscaba, y me fui preparando. Cuando estaba Signorelli en la selección iba a ver las prácticas. Paradójicamente, el año que me toca estar en Aguada empecé yendo a ver el entrenamiento de Malvín porque no quería incomodar al cuerpo técnico aguatero y de cierta forma meterles presión, éticamente está mal. Hablé con Pablo López, le pedí permiso y los seguí toda la pretemporada.

Esa temporada surge dirigir a Reducto en la DTA, y después se dio todo, pasó lo del “Hechicero” y me piden que agarre de forma interina. Como funcionario del club era una situación complicada pero luego de hablarlo me quedé en el cuerpo técnico. Fue algo que yo busqué desde la formación y las oportunidades.

¿Qué tanto le ayudó la campaña con Reducto?

No tengo dudas de que eso lo fue todo, los dirigentes mismo me lo dijeron. El último partido con Danubio fue particular porque fue en una fecha en la que prácticamente lo vio todo el país porque ya no había más básquet ni fútbol. Si hubiera sido en otro momento no lo ve ni mi familia, pero entre navidad y año nuevo difícil que hubiera algo más. Justo pasaron ese partido que era por algo importante y con un clima atípico para tercera, en cancha de Trouville. Los dirigentes de Aguada me hicieron saber que vieron ese partido, y que también sabía de lo que venía haciendo en formativas, entonces todo eso hizo que en ese momento de problemas ellos acudieran a mí.

¿Se siente capacitado para ser entrenador de primera división?

Creo que sí, y a la vez que no. Como decía, el entrenador está constantemente formándose y creciendo. Siento estar a la altura de muchos entrenadores, y también por debajo de muchos otros, pero al momento no tengo apuro, estoy muy contento donde estoy en Aguada. Ser entrenador depende mucho del plantel también. Durante mi interinato me fue muy bien, pero porque el plantel era sumamente dócil, comprometido con una causa y considero que eso también es tener un poco de suerte a la hora de ser entrenador, pero al final del día solo nos van a medir por resultados y lo demás no importa.

¿Cómo ve el nivel y la estructura de la Liga?

No me gusta la estructura, no me gusta nada. Incluso los cambios que veo son para peor e incomprensibles, por ejemplo, los cambios que se hicieron en el Metro. Obviamente yo tengo una visión distinta, creo que se debe jugar todo en simultaneo y aumentar el abanico de jugadores. Pero si se va a jugar en distintas épocas, el Metro era el único momento en el que los chicos podían mostrarse, y ahora se agrega una ficha innominada. Van a seguir jugando los mismos de siempre, que no necesitan mostrarse y en muchos casos ni siquiera precisan la plata. Tenemos una liga de gente mayor, no le quito merito a eso, habla muy bien de ellos que sigan jugando y en forma, pero desde la organización se debería buscar alternativas para que los jóvenes puedan competir, mostrarse y tener sus oportunidades.  

Por la mentalidad que tenemos, la única forma de que esto pase es que la estructura presione a que estas cosas sucedan en cancha, porque los entrenadores están bajo la presión de la prensa, los dirigentes y los resultados todo el tiempo, y un jugador le va a dar más tranquilidad y seguridad. En un escenario así es muy difícil para los chicos imponerse: Tenemos tres extranjeros, cuatro fichas y son pocos los equipos que juegan con más de siete u ocho jugadores, casi no hay espacio para ellos.

Kogan sugirió en una charla la chance de hacer obligatoria la permanencia de un Sub 23 en cancha todo el tiempo, ¿Qué opina al respecto?

Voy a ser sincero, me encantaría que siempre haya un jugador joven en cancha, pero me hacen ruido ese tipo de reglas de obligación. Sé que hay países en los que esto funciona, pero pienso que se podría pensar en algún tipo de estrategia en la que no sea obligatorio, pero si que no te deje mucha más alternativa que usar a los sub 23 porque hay que rotar el equipo. Volver a la ficha oriunda, del jugador formado en el club le daría otro valor e importancia.