Con la salida de Miguel Volcan de Aguada se dará el primer cambio de entrenador en la Liga Uruguaya. Variantes que cada vez son menos comunes ya que se buscan mantener procesos de trabajo.

En el deporte en general los resultados mandan y la continuidad laboral de los cuerpos técnicos se respeta poco. El básquetbol uruguayo, tras estar inmerso durante algunas temporadas en el espíritu de cambio permanente, parece ir rumbo a una estabilidad tranquilizadora donde los entrenadores permanecen un tiempo prudencial en sus cargos como para afianzar proyectos en las instituciones.

Si bien los fusibles a la hora de mutar el rumbo son pocos (entrenadores o extranjeros) en la LUB 2018/2019 solo cambiaron tres equipos. Justamente hace un año se dio el primero, el 27 de diciembre de 2018 Nicolás Díaz tomó el lugar de Horacio Perdomo en Sayago. El 8 de enero Fernando Cabrera dejó de ser el DT de Aguada -más tarde llegó Miguel Volcan tras un interinato de Germán Cortizas- y el 28 del mismo mes Javier Espíndola sustituyó a Mathias Nieto en Hebraica y Macabi.

De los doce clubes que están compitiendo en la presente LUB, hay siete entrenadores que repiten, al menos, por segunda temporada consecutiva. Otros dos que habían llegado a mitad del año pasado y comenzaron en esta edición y solo tres “nuevos” que arribaron a sus cargos para el torneo 2019/2020. Miguel Volcan es el primero en dejar su lugar.

Afianzados

El mayor ejemplo de continuidad, sin dudas, es el de Pablo López en Malvín, cercano a cumplir 15 años sin interrupciones como entrenador playero con un proyecto consolidado que abarca desde las formativas al primer equipo.

El caso más parecido es el de Urunday Universitario. Héctor Da Prá tomó el equipo en el Metropolitano 2013 y, si bien en el medio dirigió a otros clubes en LUB, el proceso laboral lo llevó a construir un estilo de trabajo similar al del azul de la playa en cuanto a lo global.

A otra escala, pero con un cargo similar por su vínculo con las formativas, está Gustavo Reig en Goes. Si bien hace tres años que es el entrenador en jefe del primer equipo, anteriormente fue asistente de Daniel Lovera y Álvaro Ponce. Su cercanía con la institución excede los límites laborales, es hincha fanático del Misionero.

Otro caso parecido es el de Diego Cal en Capitol. Llegó desde Yale para dirigir formativas. Fue asistente en el primer equipo y hace tres temporadas que es entrenador en jefe. El DT más jóven de la LUB también tiene un proceso integral de laburo en la institución del Prado.

En el medio aparece Juan José Rovira, que al final de esta Liga Uruguaya cumplirá dos años y medio en el primer equipo de Biguá. Si bien al dar ese paso, dejó su vinculo laboral con las formativas, es un hombre de la casa que conoce como la palma de su mano a los buenos valores del club.

Álvaro Ponce, en Defensor Sporting, también comenzó su tercera temporada consecutiva a cargo del primer equipo. El fusionado venía de exitosos años con el proceso de Gerardo Jauri. Justamente, el ingeniero, luego de un año sabático volvió al ruedo para los 100 años de Olimpia. Está cumpliendo con buen suceso su segundo año en la institución.

En los últimos tres casos, los ayudantes técnicos (Pablo Ibón, Luis Silveira y Mario Enrich) tienen estrecho vinculo con las formativas de las instituciones en las cuales trabajan.

Haciendo camino

Con la salida de Miguel Volcan, Nicolás Díaz quedó solito en la lista de entrenadores que llegaron en el transcurso de la temporada pasada y aun se mantienen en su cargo. El Patita, además, tiene un vínculo integral con las formativas del club en lo que es, al menos, una promesa de un proceso largo de trabajo en la institución.

Llegaron, ¿para quedarse?

Para cerrar, quedan los tres entrenadores que comenzaron sus vinculos con los clubes en la presente temporada. Germán Fernández llegó a Trouville luego del proceso de Álvaro Tito, Leonardo Zylbersztein recaló en Nacional tras dos años de conducción de Gonzalo Fernández y Daniel Lovera a Hebraica y Macabi. Justamente, el macabeo luego de la salida de Leo no ha podido mantener un DT temporadas consecutivas.

Los procesos de trabajos que en un momento parecían mitos de la boca para afuera, hoy se ajustan más a la realidad en la gran mayoría de los clubes.