Después de ocho temporadas en Charlotte Hornets, Kemba Walker decidió tomar un nuevo camino, firmando con Boston Celtics por los próximos cuatro años.
La franquicia de Massachusetts tuvo una última campaña bastante pobre. Al iniciar la misma, partían como grandes candidatos a llegar a las Finales de la NBA. Sin embargo, cayeron claramente ante los Bucks en semifinales de conferencia. Como si esto fuera poco, dos de sus principales figuras, Kyrie Irving y Al Horford, más uno de sus mejores suplentes, Terry Rozier, decidieron abandonar el equipo, lo que obligaba a tener que hacer una nueva reconstrucción.
Además, los dirigidos por Brad Stevens habían apostado mucho dinero en Gordon Hayward, un jugador que hasta el momento ha estado por debajo de las expectativas. Por lo tanto, tenían que tratar de utilizar bien el presupuesto que tenían disponible para fichar a una figura.
Con la partida de "Uncle Drew" era más que evidente que los Celtics necesitaban imperiosamente un armador. En dicha posición el mejor hombre disponible era sin lugar a dudas Kemba Walker. Danny Ainge, director ejecutivo de la franquicia se enfocó en contratar al base formado en la universidad de Connecticut. A pesar de tener varias ofertas, el nacido en el Bronx se vio seducido por Boston y terminó llegando a un acuerdo por cuatro temporadas a cambio de 141 millones de dólares.
En la 2018-19, Walker disputó los 82 partidos de los Hornets, promediando 25.6 puntos, 4.4 rebotes, 5.9 asistencias y 1.2 robos en 34.9 minutos.