Uruguay mejoró en defensa, ofreció variantes tácticas positivas y desde el trabajo realizado atrás consiguió puntos de ataque rápido. Funcionó muy bien con tres bases.

Más allá de la buena imagen mostrada el sábado, la celeste no había tenido un buen trabajo defensivo, con muchos desajustes en los cambios de hombre y problemas para defender el pick and roll. Es verdad también que los porcentajes de Argentina fueron inusuales. Muy buenos.

Para la revancha Uruguay mostró variantes que lo hiceron un equipo más duro defensivamente. Durante el primer cuarto alternó defensas en zona (tras conversión o pelota afuera) y al hombre (tras ofensiva errada), eso confundió a Argentina.

En el complemento, con tres chicos en el perímetro y liderados por un trabajo superlativo de Luciano Parodi, la celeste contuvo muy bien a su rival. Además Izaguirre y sus brazos largos fueron claves para evitar que los bases argentinos jugaran el pick central con la comodidad sabatina.

Pasó un día y el cambio fue notorio, hubo ajustes y entendimiento positivo. Mejoraron las rotaciones y las ayudas. La buena defensa se transformó en arma ofensiva con corridas de cancha que se manejaron a la perfección. Además, en el complemento, entre los tres bases manejaron muy bien los ritmos del partido evitando jugar a la misma velocidad constantemente y bajando la cantidad de posesiones.

El Uruguay del domingo fue superior al del sábado y eso es positivo. El camino es creciente, los ajustes mejoran la producción colectiva que, en la segunda noche, fue con mejor trabajo defensivo y mayor reparto del goleo.