Aguada afrontará una nueva final luego de cuatros años y el pueblo aguatero ya lo está palpitando desde hace varios días. No hay dudas, la brava muchachada le pone un condimento especial a la definición.

No es un día más para toda la parcialidad rojiverde. Las imágenes previas que se ven antes del partido de esta noche, denotan un barrio que está en el punto de ebullición más alto, a horas de estallar.
Temprano en la mañana ya se juntan los primeros veteranos en el almacén ubicado en las intersecciones entre la Av. San Martín y Enriqueta Compte y Riqué. Las clásicas charlas multitemáticas se dejan de lado y hoy solo se habla de una nueva final. El recuerdo latente a glorias como lo fueron Victorio Cieslinkas, Enrique Badano, Roberto Bulla, Mario Viola y hasta alguno más viejo menciona a Anibal Gardone.
Con el correr del día los pequeños de las formativas dicen presente, como todo el año, para intentar ser como sus ídolos. Muchos juegan a ser Jeremis Smith, otros tantos imitan el tiro de Demián Álvarez, los más bajitos buscan tener el mismo control que Gustavo Barrera y algún que otro espigado atrevido se anima a empezar a tirar desde los 6.75 como lo hace Gonzalo Iglesias.
El más grande fisicamente, que alguna vez sufrió o sintió verse perjudicado por su cuerpo, hoy espera con ansias el día de la práctica porque proyecta en Dwayne Curtis y Edison Espinosa su carrera deportiva defendiendo el color que ama. Miguel Barriola crea el camino para aquel niño que siempre termina siendo pieza clave a pesar de no ser el jugador más vistoso. Federico Pereiras representa al jugador que entra desde el banco y deja la vida por soñar ser titular en el próximo encuentro. Hasta Diego García termina siendo ejemplo a seguir del gurí que llegó en la mitad del proceso de formativas pero que enseguida ingresó al grupo, como si estuviera junto con el resto del plantel desde pre-mini.
Los más crecidos en edad no creen que sus amigos Nahuel Santos y Luca Magnone o con los que siguen compartiendo la cancha como Ignacio Castro y Agustín Ramírez estén definiendo una Liga Uruguaya.
Hace unos días fue el aniversario del octavo título de la institución rojiverde. Alguna madre, hincha a muerte del aguatero, le trae el recuerdo a su menor que siempre le va a estar agradecida a Leandro García Morales. La fiera que hizo rugir a todo un pueblo que guardó en el pecho el "dale campeón, dale campeón" por 37 años. Las vueltas de la vida llevaron a que la bestia hoy esté del otro lado de la línea central pero eso no es impedimento para se vuelve a festejar en la Av. San Martín.
El día de ayer hizo fecha de un hecho que entristeció a toda Aguada. Muchos creían que se apagaba la luz que suele tener la Brava Muchachada. Las suposiciones quedaron de lado, simplemente saltó la llave y la iluminación está más fuerte que nunca. Aguada buscará su novena estrella y su segundo título de liga. Señoras y señores: el barrio se enciende...