Disputados los primeros 18 encuentros del torneo -16 de la primera fecha, y dos de la segunda- las diferencias de nivel y resultados abultados nos generan varias preguntas.
De estos juegos se registraron tan sólo cuatro en los que la diferencia fue de menos de 10 unidades, otros cuatro encuentros con distancia entre 10 y 20 puntos. Mientras que fueron diez los partidos en los que la renta fue mayor a 20 unidades, oscilando entre los 23 y 60 puntos.
Con una brecha tan marcada, no sólo en el electrónico, sino que también en el nivel de juego nos preguntamos, ¿Cuál es el objetivo? ¿Qué queremos generar con este torneo? Comenzando por los grupos, las fechas a disputar y quienes pasan de fase, son varias las cosas que se podrían cambiar.
De los 33 equipos, divididos en dos copas y ocho grupos, tan sólo 16 pasarán a la siguiente etapa del torneo. ¿Y quiénes quedan afuera? Estos tendrán solamente la oportunidad de disputar seis juegos, y en el caso del grupo 1 de la Copa de Plata, ocho. Con poca cantidad de juegos para quienes sean eliminados ¿no sería mejor tratar de darles encuentros de calidad? Si se supone que los sub 23 son el futuro más cercano de nuestro básquet, y no les damos partidos de exigencia, cuando lleguen a primera tal vez no puedan hacerlo en su máxima capacidad.
Efectivamente es difícil definir cuanto puede rendir cada jugador, pero más complicado será verlo en su máxima expresión en un partido en el que la diferencia es de 40 puntos y solo esperan que corra el reloj.
Con la creación de las copas de oro y plata se logró disminuir un poco esa brecha, pero aún falta. ¿Una futura copa de bronce puede ser la solución? Esto parece ser a futuro, pero puede haber algo más ejecutivo y rápido de efectuar. Algo como no dejar los grupos al azar, y armarlos según un nivel aparente. Los equipos sub 23 no van por compra o venta de jugadores, sino por un tema generacional, donde cada club trabaja con los jóvenes desde formativas, y al llegar a esta instancia saben que van a disputar el torneo por la institución. En estas condiciones se hace un poco más simple saber la conformación de cada plantel con anticipación, y de esta forma, tal vez, emparejar un poco más el nivel. Diferencias van a haber siempre, pero sería una forma de, al menos acortarla.
Una copa nueva, una nueva conformación de grupos o más juegos para todos los clubes, todas parecen ser soluciones, pero solo funcionarán si se responde a una pregunta: ¿Cuál es el objetivo? Si el objetivo es que “los pibes” tengan un torneo, algún juego más y mayor cantidad de minutos de los que pueden llegar a tener en el primero, así está bien. Pero si el objetivo es que se “fogueen”, tengan minutos de calidad, aprendan a cerrar un juego parejo, a seguir sistemas y defender firme para ganar, y de esta forma tener en un futuro mejores jugadores en nuestra liga, lo mejor sería darle más paridad al torneo. Todo puede funcionar, todo es válido pero todo depende de saber una cosa… ¿Cuál es el objetivo de este torneo?