Argentina venció 111-107 a Brasil tras dos alargues tras disfrutar de un partido fantástico de Andrés Nocioni y Facundo Campazzo. El alma, más que nunca, explotó de felicidad.
Brasil y de visita. En un Juego Olímpico con el Carioca 1 a pleno. Escenario ideal para la albiceleste que consiguió un triunfo de esos que no se borran de la memoria con el paso del tiempo. La retina fija en la tarde del 13 de agosto.
El primer tiempo tuvo un cuarto para cada uno, el primero para los de Sergio Hernández, gozando de un inspirado Andrés Nocioni que llenó de triples la tarde. Efectividad impropia del Chapu pero disfrutable para que la albiceleste llegara a sacar hasta 10. En el segundo chico, desde el banco llegaron las soluciones para Rubén Magnano, Guilherme y Benite castigaron la zona planteada por el rival. 52-44 se lo llevaron los locales.
En el complemento la preponderancia de Nené en zona de influencia fue un problema sin solución para la defensa argentina. El pívot que milita en la NBA ganó toda la tarde. Hernández mandó un equipo jóven, que cambió la intensidad del encuentro. El perímetro conformado por Campazzo, Deck y Garino le permitió a Argentina correr la cancha. Además, el base de flojo primer tiempo, creció en confianza, algo fundamental en el epílogo.
Si bien la albiceleste lo emparejó. Brasil logró llegar con renta de 8 puntos a los minutos finales. Gracias al tridente Marquinhos, Marcelino Huertas y Nené. Pero cuando parecía que todo estaba perdido, con Scola dominado y Manu torcido en su accionar. Apareció Campazzo con puntos consecutivos para ponerse a tiro y luego con un rebote ofensivo bestial, para habilitar a Nocioni que desde la esquina, incómodo, colocó el triple que le dio el empate. Huertas tuvo la última pero no concretó, el primer alargue esperaba ansioso.
El suplementario fue de mucho nerviosismo. Brasil algo mejor volvió a sacar 8. La salida de Scola hizo que Nené se adueñara, aun más, de la pintura. Un extraño cambio de Magnano incluyendo a Felicio para defender, y otro cierre bestial de Campazzo, acompañado de un triple importante de Garino llevaron a otra prórroga.
La tercera fue la vencida. Esta vez el enano maldito arrancó con la muñeca hirviendo. Dos triples en fila, Garino completó el 8-0 que le dio aire de gloria a la albiceleste.
Leandrinho Barbosa se puso el equipo al hombro, fue clave para volver a ilusionar a los locales. Pero Brasil cometió muchos errores en el cierre y Manu Ginobili, de tarde olvidable, puso los dos libres claves que sentenciaron la historia.
Tarde para el recuerdo, el alma más viva que nunca. Argentina otra vez dio muestra de los que significa este equipo para el básquetbol del mundo.