Argentina, de Entre Ríos, Crespo. Según cuenta ella, una ciudad pequeña donde corre la frase: “acá nos conocemos todos”. Desde muy pequeña se enamoró de la pelotita naranja y si bien ya ha conseguido cosas muy importantes como consagrarse en un Final Four, o jugar un Mundial nada más y nada menos con la celeste y blanca, quiere conseguir aún muchas cosas más. Tiene clarísimo que, para lograrlo, la perseverancia y el trabajo es lo que paga y así vive su vida. Ella es Sofia Wolf…
¿Cómo es Crespo?
Crespo es una ciudad chiquita en la que prácticamente nos conocemos entre todos, ahora se está agrandando un poco más, pero nos conocemos entre todos y es muy lindo eso porque siempre conocés la historia de los demás.
¿Qué recuerdas de tu infancia?
Lo primero que recuerdo es cuando empecé a jugar al básquetbol con 5 años en Unión, me encantaba ir a la cancha e ir a los encuentros. Era una época en que siendo chica probaba todo tipo de deportes. Hice por ejemplo atletismo y hip hop, pero me quedé con el básquetbol porque me encantaba y además mi madre hacía Maxibásquet y mis hermanas también jugaban entonces pasaba horas en la cancha. Por fuera del basquetbol hay cosas que no recuerdo pero que sé que fueron así. Tengo dos hermanas, una 13 y otra 15 años más grande que yo y me acompañaban siempre al jardín. Me tenían siempre de mascota con las amigas, siempre que se juntaban estaba yo.
¿Viviste la experiencia de entrenar con hombres en formativas?
Nunca entrené con varones de chica porque se formó un grupo de nenas, fue una revolución para la época. Teníamos siempre encuentros amistosos, no competíamos todos los fines de semana. Muchas veces los encuentros eran fuera de Entre Ríos y nos alojaban otras familias en otras ciudades, así como también lo hicimos nosotras, fue toda una experiencia.
Jugaste desde los 5 hasta los 14 años en Unión y luego se da tu paso a Talleres, ¿Cómo se dio eso?
Fue una época con la que empezábamos con los procesos de selección para competir con otras federaciones de Entre Ríos. Me habían invitado a jugar a Talleres una Liga Provincial como refuerzo, empecé a entrenar y me encantó el nivel de entrenamiento y de mis compañeras. Al principio iba una o dos veces por semana hasta que en un momento pasé a tener ir todos los días. Paraná quedaba a 40 kilómetros de Crespo y yo tenía 14 años, viajaba todos los días con mis padres, por eso el quedarme en Talleres fue una decisión en conjunto con mi familia. Jugué 4 años en Talleres hasta que se dio mi llegada a Berazategui.
¿Y de Talleres a Berazategui?
En enero de 2018 se comunicó conmigo Gonzalo Pérez un entrenador de gran nivel que estaba a cargo de la U19 y después hablé con Juan Ferreira que era quién estaba con la mayor. Me propusieron ir a entrenar y quedarme si yo lograba la adaptación, en febrero ya me quedé ahí.
¿Qué significó para vos ganar el Final Four?
Fue el año pasado. Recuerdo que las más chicas estábamos entrenando para ir al Mundial U19, entrenábamos con la Selección y con nuestra categoría, sumado a que siempre que podíamos también entrenábamos con la mayor. El sacrificio y la energía que manejábamos fuera de la cancha entre la mayor y la U19 no había diferencias. Todo eso fue lo que nos llevó a lograr el campeonato que fue algo hermoso.
Tu camino en la selección…
En 2017 jugué el Sudamericano en Sucre, Bolivia. Antes del Sudamericano hicimos una gira por Francia, era un torneo europeo que fuimos como invitadas. Quedamos terceras, no llegamos a jugar la final por el avión. Los boletos de avión ya estaban comprados, se jugaba la final a la que nosotras estábamos clasificadas, pero como no se podían cambiar todos los boletos terminamos jugando por el tercer puesto. Cuando era chica ni siquiera sabia que existía la selección argentina de mujeres. Cuando empecé en Talleres empecé a ver que compañeras mías entrenaban en el CENARD y jugaban en la selección. A partir de eso, empecé a pensar que yo quería estar en ese lugar, le preguntaba a ellas como entrenaban, que comían, quería vivir todo eso yo en carne propia. Siempre tuve la mentalidad de entrenar todos los días y no bajar los brazos, pero a partir de ahí quería más y más.
Con solamente 20 años ya tuviste la experiencia de jugar un mundial…
Jugar un mundial por tu país es inolvidable. Me propuse ir a disfrutarlo, pero en el momento no caes. A mi me pasó que cuando cantaba el himno pensaba en que estaba ahí representando a un montón de personas y enfrentándome a jugadoras que juegan en Europa y no lo podía creer. Tuvimos dos días libres solamente y aprovechamos a pasear y conocer la cultura. En Oriente tienen una mirada totalmente diferente a la nuestra, me encantó. En cuanto a la comida nos daban lo correspondiente a cada país en el hotel, nosotras comíamos cosas típicas nuestras.
Por fuera de lo que es como experiencia, ¿qué balance haces desde lo deportivo?
Me quedé con todo lo positivo y con lo que aprendimos. Jugamos contra los mejores equipos del mundo, ojalá este grupo pueda seguir y encontrarnos en la mayor, tomar las experiencias ya vividas para potenciarnos en un futuro.
¿En qué momento se encuentra el básquetbol femenino en Argentina?
Allá está creciendo el basquetbol femenino como en todos lados. Creo que hay jugadoras que pueden vivir del básquet, aunque no la mayoría Hay muchas que juegan en el exterior pero que van a Argentina para jugar la Liga Argentina. Si no tenés una familia que mantener, podes vivir del basquetbol. Obviamente es mucha la diferencia salarial, me gustaría conocer un país en que haya igualdad. No entiendo porque pasa eso.
¿Qué haces además de jugar al básquetbol?
Empecé este año a estudiar Educación Física. Por todo lo que está pasando es virtual y me arreglo dependiendo de los horarios de entrenamiento. Estoy viviendo en un hotel a dos cuadras de la Plaza Independencia y entreno en Sprint con Rodrigo Marin y el “Coco" Brea. No los conocía, pero sigo muchas páginas de entrenamiento, vi algunos videos y me gustó la forma de entrenar y me invitaron porque estaba Agustina García, Sabrina Scevola, Sofia Acevedo y Luciana Chagas. Tenemos una relación muy linda, somos amigas y estamos todo el día juntas.
¿Cómo se ha vivido el COVID-19 en tu ciudad? ¿Qué piensas al respecto?
En mi ciudad al ser chica no es, lo mismo que estar en capital. Al principio se mantuvo cerrada y no podía pasar nadie que no tengo un control. Ahora hay un montón de casos, mi familia y yo siempre tuvimos la costumbre de cuidarnos mucho. Es un tema difícil y no me siento preparada como para criticar a nadie ni hablar de política, pero creo que, desde el lugar de la gente, falta un montón de solidaridad.
¿Cómo se dio tu llegada a Montevideo y como te recibieron?
Llegué por una agencia, PADSON. Les dije que la Liga Argentina no iba a empezar y que necesitaba jugar en donde sea, surgió la oportunidad de Montevideo y la tomé. Nos dicen las reinas del tercer tiempo, con eso te digo todo. El grupo humano es divino, yo antes de venir ya estaba en contacto con las chicas por las redes. No conocía a ninguna y cuando llegué al club sentía que las conocía de antes. Es un proyecto a largo plazo, la meta es que el equipo crezca y yo vengo a colaborar con eso. Incorporar hábitos, que esto siga una vez que yo me vaya.
¿Fan de Campazzo?
No jugaba con la 7 por Campazzo, simplemente me gustaba el número, pero cuando lo conocí dije que nunca más soltaba ese número. Me encanta Facundo, lo admiro desde que soy chica. Lo seguía desde que estaba en Peñarol, fue increíble el cambio en la dieta y en lo físico que hizo, todo eso lo potenció para lo que es él hoy por hoy.
¿Qué te genera la generación dorada y alguien como el “Oveja” Sergio Hernández?
Son personas que admiro un montón. Les fui prestando más atención a medida que fui creciendo porque siendo chica me aburrían las noticias. Me encanta la forma de pensar que tienen. También admiro a Paula Pareto una yudoca argentina, es increíble la mentalidad que tiene.
¿A qué nivel te gustaría llegar como jugadora?
No me pongo un techo, pero me encantaría jugar en Europa, me encanta el basquet europeo. Admiro el estilo de juego y obviamente que sería hermoso poder llegar a competir en ese nivel.
Sos insulina dependiente, ¿Cómo convivís con eso y el basquetbol? ¿Lo consideras un limitante?
Nunca lo tomé como limitante. Siento que son cosas que yo tengo que aprender y tratar justamente de que no me limite. Aprendí con el tiempo que hay un montón de cosas que afectan hormonas. No solamente lo comes influye en la glicemia.
Lo que pasa por ejemplo en un partido, es que todas las emociones, el calor o hasta la adrenalina hace que me suba la glicemia, entonces todo el tiempo tengo que tratar de nivelarlo y que no suba mucho. Lo nivelo con insulina, agua y un poco de reposo.
Todo el tiempo tengo que estar tomando decisiones, me tengo que medir y en base a eso ver que voy a hacer, que tengo que comer, que no comí. Todo el tiempo tengo que evaluar que voy a hacer.Tuve y sigo teniendo un trabajo con el psicólogo porque tengo que controlar el doble que cualquier otra persona las emociones y manejar todo eso desde mi cabeza.
¿Quién es Sofia Wolf?
Soy muy compañera, siempre quiero sacar lo mejor de cada persona. Quiero superarme todos los días, hoy quiero hacer algo mejor de lo que hice ayer. Soy muy autocrítica y eso es buenísimo para el entrenamiento, pero también te juega en contra por momentos.