Estos días de AmeriCup mostraron la mejor versión de Uruguay, también afuera de la cancha. La organización fue de primer nivel y eso se debió en gran parte a un grupo de personas que trabajaron como voluntarios haciendo las más diversas tareas en el Palacio Peñarol.
Fueron cerca de 40 jóvenes –en su mayoría jugadores de formativas– que rotaron entre tareas de atención a la prensa, asistencia a los equipos, organización y control de las tribunas, cuidado de la cancha y más.
Rodrigo Cruz tiene 17 años y juega en las formativas de Aguada. Se enteró por un grupo de amigos y le interesó “porque era una linda oportunidad para estar ahí, cerca de los partidos y los jugadores”.
Sobre las tareas y su vivencia, nos contó: “Fue muy buena la experiencia, el primer día trabajando con toda la prensa, repartiendo estadísticas y pudiendo hablar con gente de otros países. Luego me tocó estar atrás de los bancos ayudando a los equipier y pude escuchar a los jugadores, sus expresiones, fue todo muy nuevo. Fue una experiencia muy linda y estoy agradecido con los organizadores por darnos esta oportunidad.” resumió Cruz.
Por su lado Lucía Ortiz, de 17 años, se enteró de la oportunidad a través del “boca a boca”, ya que su hermano es árbitro. Hizo hincapié en que “Se buscaron personas de confianza” y marcó su interés en “La experiencia, el contacto con la gente y la organización”.
“Me pareció una linda experiencia de servicio en la que se le podía sacar mucho jugo ya que era difícil de repetir, y además tenía la oportunidad de ver buen basquet” confesó Facundo Scariato. A los 16 años, el jugador de formativas de Larrañaga se mostró especialmente esforzado en que todo salga bien: “disfruté de la experiencia junto a los demás voluntarios, aunque por momentos había algunos nervios por intentar que todo salga perfecto en la tarea que estaba realizando”.
Las tareas que tuvo que realizar variaban a cada día: “Me tocó ayudar con la organización de una platea, también estar junto a los bancos de Panamá y EEUU ayudando a sus utileros y el último día estuve dentro de la cancha, ayudando a secar con el lampazo”.
“Fue una gran emoción ver a nuestra selección y cantar el himno desde la cancha, con el Palacio lleno cantando contigo. Fue un momento inolvidable.” Así describió Scariato lo que más lo marcó, sin olvidarse también de “el encuentro con gente nueva y todas las enseñanzas que me dejó esta experiencia”.
La FUBB demostró que, estas instancias, no sólo permiten el crecimiento de nuestra selección, sino que también pueden enriquecer a muchos jóvenes ávidos por colaborar y llevarse recuerdos para toda la vida.