Aguada encontró como dominar a Hebraica a partir de la defensa de sus hombres claros y desde ahí solidifica la ilusión de ser campeón.

Más allá de que los resultados finales marquen que en los últimos dos encuentros hubo una victoria para cada equipo, desde el juego ambos fueron dominados por Aguada. La diferencia fue que en el anterior lo cerró mal y Hebraica con jerarquía se lo llevó, anoche gozó de un enorme Panchi Barrera que en los momentos pesados asumió con clase para poner la serie 2-3.

Ganarle tres partidos seguidos a Macabi no es fácil, pero el rojiverde deberá hacerlo para gritar campeón. Tampoco es sencillo dominar al macabeo, y el aguatero ya lo hizo en dos noches consecutivas. Desde ahí se ilusiona con dar vuelta la llave.

García y Pereiras, normales suplentes que ingresaron como titulares en el cuarto juego, le cambiaron la cara defensiva al equipo. El ex Defensor Sporting en referencia de Parodi y el formado en Biguá yendo atrás de García Morales imprimieron intensidad atrás donde fueron ganando confianza para animarse a tomar decisiones pesadas -y certeras- adelante.

Frenar a Parodi es la clave, si el joven sanducero no juega bien Hebraica no funciona, cuando el colectivo no está aceitado el hebreo sufre y termina dependiendo de un García Morales forzado, enojado y desprolijo, que capaz que igual termina anotando cifras cercanas a los 30 puntos, pero son unidades que duelen menos si se las crea solo que si llegan producto de un andamiaje general y compacto.

Aguada, en las últimas dos finales, fue equipo. Hebraica jerarquía individual. En un deporte colectivo generalmente gana quien hace mejor las cosas en conjunto. Por eso anoche el triunfo fue aguatero. En la estadística fría dice que valió uno, y es verdad. Detrás de eso el Hechicero Cabrera sabe que está arriba en la batalla táctica y ahora es Leonardo Zylbersztein quien debe mover las piezas.