Anthony Young es una de las grandes figuras de la Liga Uruguaya de Básquetbol, responsable de que Larre Borges vuelva a jugar entre los ocho mejores del campeonato.

Quizás pueda pasar un año, cinco, diez o lo que sean necesarios para encontrar un equipo como el de Daniel Lovera, que quedó en la historia de Larre, ya que nunca había quedado sexto, yendo a jugar playoffs y soñar con meterse en semifinales.

Ya le tocó jugar en el Palacio Peñarol, donde fue todo una novedad para la barriada de La Unión, que alentó, acompaño, y que no sabían cuando volverían a pasar por la puerta grande del Gastón Güelfi.

Llegó la temporada 2016/17 y asumió en el elenco de la calle Villagrán Daniel Lovera, quien trajo como extranjeros a Albert Jackson, que ya había jugado en nuestro medio y Anthony Young que también sabía lo que era el básquetbol uruguayo. Este último, goleador del clasificatorio en esta Liga, y figura del aurinegro de La Unión, apareció hace tres años en Uruguay.
Aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Carrasco para recaer en un hermoso barrio de la capital, sobre las inmediaciones del Mercado Agrícola, para ser preciso, Porongos y Martín García. Allí está anclado el gimnasio de Montevideo, primer equipo que defendió. Alero, de 1.96, brazos tatuados, y de rastas era lo que llamaba la atención de su físico. En lo deportivo se destacaba en la “rojita” del Mercado con su gran lanzamiento de tres puntos y un rol preponderante en el goleo de aquel conjunto del “Tiburón” Daniel Mancione.

Pasaron los años, los extranjeros, y otra vez, vino al básquetbol uruguayo, en una situación rara ya que llegó para un club y terminó jugando en otro. Finalmente fue Urunday Universitario la institución en la que se desempeñó tras no haber quedado en Biguá. Mientras se esperaba que pasara la sanción a Emilio Taboada, estuvo allí pocos partidos y se fue. Quizás no con la imagen de su primera vez, pero con el sabor que la revancha iba ser pronto.

Larre Borges le abrió las puertas en La Unión. Hoy es figura excluyente del equipo, querido por sus compañeros e idolatrado en la hinchada, desde el más chiquito, hasta aquel veterano que pide sacarse una foto con “el extranjero del Larre”.

Con la “34” en el pecho y los colores en la piel, despierta todas las mañanas en 8 de Octubre y Felix Laborde, con esa sonrisa especial que tanto lo caracteriza. Saludado  y respetado en el barrio, algunos que antes tímidos le levantaban una mano y le pedían una firma, hoy ya le gritan “Tony” y le piden una foto, que muy amablemente accede a sacar.
Siempre por el bien del equipo, es de esos extranjeros que no se esconden, sino que las pide, asume y si el partido está cerrado y la última bola es de “Larre”, hasta el que menos sabe de esta disciplina sabe que la va a culminar él.

En su afán goleador, de tener el aro entre ceja y ceja, en Villa Biarritz rompió su propio record de puntos en un partido de Liga, 41 tantos a un Biguá que lo padeció en esa calurosa jornada de verano.
Ya rompió el record de quedar en la historia del club. ¿Le quedará algún otro?, ya que se metió con su equipo entre los ocho mejores del basquetbol uruguayo, esta historia continuará…