Fernando Martínez se desvinculó de Malvín. Cuatro títulos y la leyenda imborrable de que para los playeros, Dios, es enano. Se fue, mareado de dar tanta vuelta.
Pasaron 10 años de retroalimentación absoluta. Si bien Fernando Martínez llegó a Malvín como un jugador de buen nivel nacional, se consagró en la playa. Dio el salto de calidad que lo transformó en clase A, el club de la Avenida Legran lo disfrutó. El jugador brilló con los puntos más altos de su carrera.
Cuatro títulos para una institución que no era asidua a cortar redes, el feeling con la hinchada, el amor incondicional que se transformó en bandera. La religión azul es una sola y, su Dios, es enano.
Se terminó el vínculo, quizás no fue de la mejor manera. Meses de rumores continuos que no le hicieron bien al ídolo ni a la institución. La realidad esperable se concretó y Martínez no jugará la próxima temporada en Malvín pese a tener contrato vigente.
El jugador ahora está libre y pasa a ser una de las fichas más requeridas del mercado de pases.