Desde Japón, el ex entrenador de Trouville habló sobre aquel equipo con una "seña de identidad" y sobre la “espina“ de nunca haber podido debutar como DT de Uruguay.

Con más nueces que ruido, Mateo Rubio llegó a Uruguay a comienzos de 2012 para trabajar en el interior del país desarrollando a las categorías formativas. Si bien era noticia ver a un entrenador español en Uruguay, no fue hasta la fecha 5 de la Liga Uruguaya 2012 que definitivamente comenzó a tomar relevancia: fue nombrado entrenador en jefe de Trouville, tras el cese de Edgardo Otatti. Esa temporada para Trouville estuvo marcada por la magia de un equipo solidario, con jugadores del club y con otros que se acoplaron a la perfección: “Recuerdo y mantengo la amistad de muchas personas con las que coincidí. La mayoría de ellos 'Trouvillenses', pero muchos otros no. Lo siguiente que recuerdo es un equipo entregado a una idea de juego y que entrenaba maravillosamente. El récord fue una consecuencia de eso, de tener un equipo con unos jugadores fantásticos que luchaban juntos por cada balón como si fuese el último”.

Aquel equipo lo conformaban jugadores como Martín Aguilera, Mauro Tornaría, Alejandro Acosta, Brad Kanis, Manuel Romero, Claudio Bascou, Nicolás Álvarez, Hernando Cáceres y Álex López. Marcó una temporada de consolidación para muchos de ellos, alcanzando umbrales altísimos. De todas maneras, tenían un extranjero absolutamente dominante: Justin Keenan, capaz de anotar por arriba de los 40 puntos en una noche de inspiración. “No he tenido contacto directo con muchos de ellos, solo con alguno como el 'Rana' Bascou o Álex López, pero fue al poco de volver a mi país. En este momento estoy entrenando en Japón y aquí está jugando ahora Justin Keenan, pero no hemos coincidido porque estamos en divisiones distintas”.

Para Rubio Díaz también fue de cierta manera una temporada de inflexión en su carrera, dado que a sus 37 años tomó las riendas de un equipo fuera de su España natal: “Mi pasaje en Uruguay lo recuerdo con mucho cariño, por la calidez humana y por la pasión con la que se vive el baloncesto. Los esfuerzos personales de los dirigentes y de los aficionados del club. La gran calidez humana de 'Alvarito' (Álvaro Rodríguez, presidente de la institución, fallecido en abril de 2020). Tengo muchos grandes recuerdos y mantengo muchas amistades, sobre todo de la 'Barra de la Baranda', de la cual soy miembro”.

“No tuve problemas para adaptarme al estilo de juego gracias a los jugadores y el staff técnico que se entregó al máximo para seguir lo que yo les proponía. La experiencia en Uruguay me convirtió sin duda en mejor entrenador. Aprendí mucho más de lo que enseñé”, recordó.

Sin embargo, en los dos años que el entrenador catalán estuvo en nuestro país, se topó con dos cruces en cuartos de final que le dieron fin a su temporada de manera prematura: “En las dos temporadas que estuve allí tuvimos dos equipos que nos costaba mucho jugar contra ellos, el primer año fue Aguada y el segundo Atenas. Justamente fueron esos los rivales que nos tocaron en cuartos. Sin duda es una espina clavada porque merecíamos más pero así es el deporte. También me quedó la espina de ser nombrado seleccionador pero nunca poder debutar”.

La simbiosis generada entre Rubio Díaz y el equipo de Pocitos fue tal, que en reiteradas ocasiones el entrenador ha utilizado sus redes sociales para manifestar su felicidad con los logros del club: “He seguido a Trouville, por supuesto. Algunos amigos de allí han venido a visitarme e incluso algunos entrenadores han venido a verme trabajar para seguir formándose en las temporadas que estuve en el FC Barcelona. Es un placer poder volver a verles y compartir con ellos”.

Días atrás, volvió a estar en peligro el récord de los de Pocitos obtenido por Rubio en aquel 2012. El triunfo agónico ante Nacional marcó una oleada de halagos hacia Rubio Díaz, debido a lo obtenido en aquel año: “Que los seguidores recuerden ese equipo me hace sentir muy orgulloso y agradecido de haber podido aportar mi granito de arena. Eso significa que no solo conseguimos un récord sino que teníamos una manera de hacer, una seña de identidad. Y sé que no solo son seguidores de Trouville quienes lo recuerdan y eso tiene mucho mérito en un equipo que no consiguió ser campeón”.

Radicado en Japón, el ex Barcelona no descarta la posibilidad de retornar al país en el corto plazo: “Ojalá pueda volver a entrenar algún día en Uruguay. Estaría encantado de hacerlo”.