Los goles en el fútbol y los tantos en el básquetbol, es lo máximo por lo cuál festejan los seguidores. Y hace unos días, el último gran goleador del básquetbol uruguayo se despidió y no fue un día más para las nuevas y viejas generaciones.

La apología en la carrera de Leandro García Morales es gigante, que no dan las palabras, pero es de esos jugadores que marcó una época para las nuevas generaciones y también para algunos que peinan canas, que aún recuerdan las viejas hazañas del básquetbol uruguayo.

Nicolás Mazzarino, Esteban Batista, y ahora fue el turno de García Morales, goleador nato, de esos que siempre tuvo el aro entre ceja y ceja, con una muñeca infalible, que, si estaba encendida, era un dolor de muela para los rivales y satisfacción pura para los hinchas del club en el que estuviera.

Biguá fue su casa, donde arrancó y terminó su laberinto en este deporte. Se dio el lujo de elegir donde retirarse, situación que parece fácil, pero no todos lo pueden cumplir.

Siendo un pibe se fue a Estados Unidos donde estuvo en distintas universidades, y luego estuvo en varios países, Italia, Argentina, Irán, Puerto Rico, Venezuela, México.

Inclusive se dio el gusto de ser refuerzo del Maccabi Ra´anana de Israel a sus 42 años en dos partidos amistosos contra equipos de la NBA (Los Ángeles Clippers y Blazers).

En nuestro país fue campeón en seis ocasiones con tres camisetas distintas; Biguá (2007-2008 y 2008-2009), Aguada (2012-2013 y 2020-2021) y bicampeón con Hebraica y Macabi (2015-2016 y 2016-2017). Ganador y muy querido en uno de los clubes más populares del país, sacando campeón a Aguada luego de 37 años, siendo una figura estelar en ese plantel que tuvo a Javier Espíndola como DT.

Ganó el bronce de los Juegos Panamericanos en 2007 con Uruguay, pero luego renunció a la selección por distintos motivos. Aunque, cuando Rubén Magnano fue el DT, declaró que lo quería en el plantel, intentó convencerlo, ya que era un anhelo del cordobés de poder contar con él, pero no pudo. Esa puerta estaba cerrada, y solo a nivel de clubes se podía disfrutar de su juego.

En enero de 2019 tuvo un grave accidente de tránsito, que le provocaron múltiples fracturas, y la vuelta a la actividad era una incógnita que rápidamente desveló en el programa de Básquetbol de Primera en febrero de ese año, cuando declaró:” Esto no va a hacerme retirar”. Y no, aún quedaba en ese rollo ganador. Volvió y fue campeón de Liga con Aguada.

Además de los equipos en los que fue campeón, jugó en Olimpia y Larre Borges en nuestro medio.

Goleador infalible, que trascendió más allá del básquetbol, un clase A. Lo van a extrañar los aros de todas las canchas del básquetbol uruguayo, ya que Leandro era un cheque al portador desde la línea de tres puntos.

Salú, Leandro. Goles son amores.