Brilló la plaza

Goes arrancó mejor, atacando el aro. Peñarol, que tenía problemas para defender, se sostenía gracias a los impulsos individuales de Green y Roberts. Los cambios, cambiaron. La salida de Martín Osimani le quitó fluidez al Misionero mientras que el Carbonero ganó verticalidad con Mayora en cancha, además mejoró el balance de los de Pablo López. Dentro de un cuarto demasiado goleado, reinó la paridad, 25 para cada lado.

Peñarol con cuatro chicos se plantó mejor en el segundo. Fue intenso y estuvo más de cuatro minutos sin permitir goles de campo. Zanotta movió los hilos y anotó, el plantel sacando de zona de influencia a un grande dejó zona liberada gracias a la amenaza de los tiradores. La renta llegó a ser de diez puntos, pero Narvarte leyó y también plantó un equipo con cuatro chicos. No solo se emparejó mejor con el rival sino que ganó dinamismo adelante. El combo fue letal y el local consiguió pasajes brillantes, de basquet champein. Los Osimani como generadores y también terminando, Cubillán abrió el aro y Xavier con seguidor se sintió cómodo para culminar en campo abierto. El Carbonero se desdibujó por completo y se fue siete abajo al descanso largo.

Muchas veces los entretiempos cambian cosas. Descansar, limpiar la cabeza y volver de otra forma. Esta vez fue todo lo contrario. Goes retornó como se fue: con un triple de Joaquín Osimani. Martín movió los hilos y los tres venezolanos sumaron para un parcial de 10-0 en menos de dos minutos. Peñarol necesitó de un minuto de López para ponerse a defender como exigía el momento. Desde ahí, pudo correr y además aprovechó que el local con la rotación perdió efectividad y encima se llevó técnicos por protestas.

Más allá de ese intento de reacción, la visita nunca bajó la renta del doble dígito. Solo encontró dividendos cuando logró correr la cancha tras pérdidas del rival. Estuvo trancado ante defensa plantada y para colmo, los venezolanos cuidaron bien el cerco reboteador.

Peñarol no tuvo sustentos anímicos ni basquetbolísticos para ir a buscarlo. Pablo López le buscó la vuelta con variantes pero ni siquiera arrimó la reacción. Goes lo terminó ganando a tren controlado para delirio de Plaza de las Misiones.

Goes perdía por 10 a falta de 6 minutos para terminar el primer tiempo. A partir de ahí se marcó el partido. El Misionero mejoró sustancialmente con su juego colectivo como bandera. Es un equipo que muestra su mejor versión cuando funciona colectivamente, defiende duro, corre la cancha y se presta el balón. No tiene jugadores sobresalientes pero todos elevan su consideración cuando cada engranaje de la maquinaria está en el lugar correcto. En 8 minutos de básquet los de Narvarte encajaron un 33-6 que liquidó el partido. Pero además, levantaron a su gente que se murió de placer viendo al Misionero jugar de forma fantástica a este deporte.