Con victorias o derrotas. Con festejos o tristezas. Con copas o masticando la bronca. Malvín año a año ha sido un equipo formador, que le ha dado caras nuevas a la Liga Femenina y que a pesar de no haber conquistado un nuevo título para decorar una laureada vitrina, en su balance sabrá que sigue cumpliendo objetivos: graduar más chicas como jugadoras.

18 finales consecutivas. Un equipo que sigue manteniendo su lugar privilegiado en nuestra liga. Y más allá de que la camiseta número 15 ha estado presente en cada una de ellas, desde la Playa siempre han llegado jóvenes que nos han sorprendido temporada tras temporada. Algunas que se graduaron para partir al exterior, pero la constante renovación hace que el equipo no las extrañe.

Como olvidar aquella noche en Jaime Zudáñez, cuando una atrevida Agustina Aceredo entró a hacer su trabajo defensivo en una final y se robó el rol protagónico en la noche en la que su equipo gritó campeón. Noche de graduación para el recuerdo en la que con la red en su cuello dio a conocer un enorme talento, que la terminó catapultando hacia una responsabilidad más grande en el correr de los torneos. Muchas veces bailando con la más fea atrás, pero con una eficacia defensiva notable. Pesadilla durante varios lapsos de Camila Kirschenbaum en el último título Playero, que le terminaría dando su viaje de egresada a Italia, donde hoy cumple un sueño que seguramente ni pensó en aquella noche de 2017, que hoy debe seguir en su retina.

La fábrica de talentos no se detuvo y un año después, a pesar de no coronar la temporada con vuelta, produjo una de las manos más picantes de nuestro básquetbol. Carito Fernández, esa chiquita que no podías dejar sóla en cancha ajena porque te dejaba todas las redes quemadas. Un talento que aún parece no haber encontrado su techo y que actualmente sigue subiendo escalones en Estados Unidos. La menor de las Fernández en su primera Liga, dejó su timidez de lado para empezar a codearse palmo a palmo con las veteranas de nuestro medio. Carito partió del país como Carolina, a demostrar todo lo que aprendió como una de las estudiantes prodigio del club de la Playa.

Si bien ya con más años en primera arriba, la evolución de Emilia Larre Borges fue sorpresa para muchos en el torneo de 2019. La interna de a poco se fue decantando hacia otro rol en su carrera, en donde no precisó de una talla en la cual consiguió enormes ventajas en formativas, sino que alejada de la pintura fue tortura para más de uno de sus rivales. Unas finales que fueron para encuadrar su diploma. No sólo porque muchos la votamos MVP sin dudarlo, sino también porque logró anular a una Estefani Fajardo, un poquito más grandes que las atacantes que defendía cada domingo en formativas. Una jugadora que rompió el mito de que la grande tiene que ir bajo el cesto. Que desarrolló su juego de frente y su tiro de tres, pensando en gravitar fuera de fronteras, en donde podría estar hoy perfectamente si hubiésemos tenido un año más normal.

Hablamos de la pérdida de tres jugadoras fundamentales para el equipo en el arranque de una Liga 2020 que ya parece bastante lejano. Pero Malvín siguió apostando a la formación para seguir tapando los baches que se generan cada vez que va a despedir a una de sus alumnas con felicidad al Aeropuerto de Carrasco. Todos en esa primera fecha preguntamos por una pandense que sorprendió a varios presentes. Y si bien el debut fue ante un equipo en formación como Montevideo, Carmela Fontes a lo largo del torneo demostró estar preparada para más, como cuando se fajó cara a cara con una experiente Daniela Tovagliari, a la que le demostró el talento de la nueva generación. Jugadora larga, pero atlética. Con un doble ritmo envidiable para más de una de su talla.

Como olvidar el torneo de Paula Fernández. Otra que a meses de bailar el vals con papá y mamá, saltó a medirse de igual a igual contra mujeres y que hizo a más de uno preguntar sorprendido su edad con cara de asombro. Titular en gran parte del torneo, que se fajó con mucha lectura en esa primera ronda ante internas de mil batallas como Aranzazu Sureda y Celia Fiorotto. Una alumna más que aplicada, que pone en función su libreto a la perfección. Esa aparición sorpresiva en la pintura desde sus caídas o el ataque al rebote ofensivo, fueron de sus cartas de presentación. A pesar de sentir mucho la pintura, en cancha abierta y con un viento atemorizante también se la jugó a un tiro de tres que imaginamos de a poco va a incorporar con más frecuencia.

A todo este popurrí de talentos variados, que ya confirmaron estar recontra listas para un rol protagónico, hay que sumarle a otros que seguramente darán el salto en los torneos venideros. Desde la enorme intensidad de Florencia Mayola, hasta la inmensidad de chicas de formativas, que no ven la hora de cumplir los 15 y aventurarse en el mundo de las mayores. Para ser una de las egresadas más, de la Universidad que ha tenido el básquetbol femenino en nuestro país.