En esta nueva edición Básquet Total fue nuevamente tras la palabra femenina dentro del arbitraje. Capuchino y bizcochos mediante, el bar “El Lobo” de un aguatero de ley, fue testigo de esta charla con su primogénita goense de alma. Llegó el turno de conocer la historia de Valentina Dorrego.

¿Cómo fueron tus inicios en el básquet?

Comencé jugando al básquetbol, porque quería jugar. Mí padre me dijo que sí, pero solo me daba la opción de ir a jugar a Aguada dado que él es hincha. Al principio puse un poco de resistencia y luego terminé cediendo y fui. No solo jugaba yo, mi hermano también lo hacía y eso pasó porque mí familia es de básquetbol. Mis padres son hinchas de Aguada, mi hermano mayor jugaba en ese momento en Goes; mí otro hermano y yo en Aguada. Me pasaba en la escuela qué llamaba la atención porque todo el mundo hablaba de fútbol y que me gustara o qué mí familia hablara de básquetbol llamaba muchísimo la atención. Además, no solo jugaba al básquet, también hacía ballet.

¿Cómo se dio el pasaje de jugadora a árbitro?

Era, por decirlo de alguna manera, un poco intensa como jugadora. Por no decir pesada. Siempre le pedía a los árbitros que me explicaran por qué me habían cobrado tal cosa, porque realmente lo quería saber. También se dio porque el propio básquetbol me comenzó a desgastar, siempre quedaban arriba los mismos, el campeón era Malvín todos los años. Sí hoy es a pulmón el básquetbol femenino, imagínate lo que era en aquel momento: nos daban la cancha que esta al aire libre para entrenar o nos mandaban a la plaza de deportes número 2, era un embole todo eso y me terminó aburriendo. Quise dejar y Jorge Araujo, mí amigo, me dijo: “che gorda (porque me dicen gorda) ¿por qué no te hacés el curso de árbitro?” Yo le había pedido las reglas, las había leído y lo que no entendía le pedía que me explicara. En ese momento no tenía 18 años y si eras menor no lo podías hacer. Averigüé y cuando tenía la edad, había un curso y me anoté. Eso fue en el año 2006. No lo aprobé, porque tuve problemas de relacionamiento con algunos de los profesores. Imagínate sí habré tenido problemas que volví en el 2007 para repetir el curso y no me dejaron. En 2008 tampoco me querían dejar hacerlo, entonces fui y le presenté una carta al presidente de la Federación Uruguaya de Básquetbol y al presidente del Departamento Arbitral poniéndolos en conocimiento de mi caso. Imagínate que a estos dos presidentes les llegue una carta de alguien porque no la dejan hacer el curso de juez. Y, es que era injusto, porque en cualquier lugar que hacés un curso y lo perdés, podes hacerlo de nuevo y por el problema que había tenido no me dejaban. Sé que tengo un carácter muy especial, soy muy confrontadora y eso me ha traído varios problemas. Tras esa carta lo pude hacer y en 2008 me recibí.

¿Sentiste el cambio de jugar a arbitrar?

A mí se me dio de forma natural. Era una jugadora de femenino que estaba muy lejos de lo profesional, lejísimos. Totalmente amateur y creo que por eso lo sentí natural. Eran dos actividades totalmente distintas, obviamente que el haber jugado me servía por el conocimiento que te da, por ejemplo para pitar un caminar, algo tan simple pero a una persona que no lo jugó le cuesta muchísimo, pero en sí me parecieron dos actividades distintas dentro del mismo deporte.

¿Recordás el debut?

Fue en cancha de 25 de Agosto, un sub 20, el local contra Juventud de las Piedras. Mi padrino en el debut fue Julio Dutra. Recuerdo que estaba muy preocupada porque se me había saltado el french de una uña (risas) y pensaba que no podía ser, como me iba a pasar eso el día del debut. Sebastián Errico que hizo el curso conmigo y somos amigos desde antes por el club que somos hinchas, también debutaba ese día pero en sub 18 entonces íbamos juntos a la cancha y antes pasé por una farmacia, me compré el esmalte blanco para arreglarme la uña mientras él arbitraba. Además, estaba súper nerviosa, era como la final del mundo. Y creo que nunca en un partido de formativas de 25 y Juventud hubo tanta gente como ese día. Mis padres, mis tías, mí hermana, amigas de la familia, mí madrina; era un mundo de gente en esa tribuna por mí.

¿Cuándo arbitraste un partido de mayores por primera vez?

En la DTA 2014. Ya había hecho mayores en Liga Universitaria y Veteranos que te da un poquito de carpeta y manejo del juego. En veteranos sí que aprendés a manejar la paciencia y hubo un año que pedí para no arbitrar esa categoría, en un partido en cancha de Auriblanco, estaba con Roberto Mouradian y casi nos matan y sinceramente esos partidos no los soportaba a nivel psicológico. Era mujer, joven y me recontra puteaban, para los veteranos era: a que viene esta pendeja a darme ordenes, sinceramente me superó y pedí para no hacer más.

Ahora DTA, es donde se hacen los árbitros. Ahí es donde te planteas si realmente querés seguir o dejás definitivamente. Y de hecho, muchos árbitros dejan ahí, la DTA es el momento en el cual comenzás a conectarte con el deporte profesional, con una competencia más aguerrida y fue un cambio bravo para mí, pero te puedo asegurar que me encantó.

¿Cómo manejás los insultos e improperios que recibís en cada partido?

Con psicólogo. Y es un tema que he tratado muchísimo porque hubo un momento en el cual era impresionante lo que me afectaban, a tal punto de querer dejar el arbitraje. Uno de los que me paró y me dijo que estaba loca si pensaba hacer eso fue Andrés Laulhe, es mí amigo y me dejó muy en claro que no podía permitirme que eso me pasara, tuve que trabajarlo mucho. Es horrible pensar en naturalizar el insulto, porque el insulto es violencia. Pero más que naturalizarlo entendí que el insulto no es a Valentina Dorrego, sino que es al árbitro que esta dentro de la cancha en ese momento. El insulto era al árbitro, no a la persona que esta ejerciendo la tarea. Realmente lo tuve que trabajar en terapia, leyendo sobre charlas, preguntando a los árbitros con más experientes y trabajarlo más de lo que la gente piensa.

¿Cómo ves al arbitraje en Uruguay?

Tenemos un buen nivel, mejor del que la gente cree. Eso se ve en las designaciones internacionales donde hay mucha participación de árbitros uruguayos. Tenemos un montón de licencias FIBA y eso demuestra que estamos bien. Obviamente hay cosas para mejorar y para eso hay que seguir trabajando. La pandemia nos ayudó mucho a trabajar más, increíblemente algo que nos hizo parar en un montón de cosas, nos hizo dar cuenta que debíamos mejorar en muchas otras. Hubo muchas charlas por zoom, nos ponían pruebas a través de una plataforma. En lo personal tenía más tiempo libre y eso lo aprovechaba para ver más videos y entre a charlas de diferentes partes del mundo, en ese sentido nos mostró a todos que ese es el camino a seguir, capacitarnos y avanzar más.

¿Y el arbitraje femenino?

Cuando comencé a arbitrar estaban Eugenia Ruiz, Natalia López, Andrea Buriano, Vivian García y yo. Vivian fue la primera mujer en la historia de Uruguay en recibir una licencia FIBA. Por distintas razones, Eugenia, Natalia y Andrea dejaron el arbitraje quedando solas en un momento con Vivi. En este momento somos 11 mujeres y hay en todas las categorías (D2- D1- N2- N1). Igualmente somos nada más que un 10% de los árbitros, necesitamos ser más.

No sé cual es la captación que debemos hacer, lo he pensado pila de veces, ver que hacer, si ir a los clubes de femenino y ahí tratar de convencer a las chicas y mostrarles el lado lindo del arbitraje, porque esta es una profesión muy cascoteada por el ambiente. Si le preguntás a una jugadora, lo menos que va a querer es ser árbitro para que la puteen y tenga todo el mundo en contra. Eso hace más difícil la captación. No sé por donde encararlo, pero las que estamos hoy tenemos que salir y captar nuevas juezas.

¿Cómo ves a UJOBB, de donde también sos parte y con un destacado rol?

Sinceramente no sabía, me entere por un tweet de UJOBB una de las veces que (Andrés) Bartel viajó, diciendo que por primera vez en la historia una mujer quedaba de presidenta interina. Vengo de una familia muy arraigada a los gremios, a la lucha y pelea por lo que nos corresponde desde el lugar que toque. Y siendo bastante nueva en el arbitraje, había estado ya en UJOBB, siendo parte importante para la conformación de una lista, obviamente no tenía la participación que tengo en el rol de vicepresidenta, en aquel momento era tesorera. En ese momento tanto Alberto Arenas, como Isaac Glass eran quienes estaban al frente del gremio. Además ahora, mucho más madura, con otra entereza, con otra dureza a la hora de pelear lo que nos corresponde. Más allá de la lucha que puedo hacer desde dentro del gremio por las mujeres es un mensaje claro para el afuera. La pandemia lo otro que hizo fue darnos una visibilidad mucho más alta y para la imagen del árbitro mujer ayuda mucho.

¿Cómo fue tu experiencia internacional?

Sinceramente soy una agradecida a FIBA, porque no solo me dio la posibilidad de conocer lugares, también conocí muchos amigos que tengo hasta el día de hoy. Mi novio, al cual lo conocí en uno de los torneos que fui, y aparte todo el conocimiento que me dio. Puede ser un régimen con lo que algunos están de acuerdo y otros no, pero uno sabe que cuando entrás a determinado lugar o aceptás las normas o te vas. En este momento no estoy en FIBA pero agradezco todo lo que me dio, es como un campamento de perfeccionamiento, mucho más que ir a arbitrar. Así no sea un torneo tan prestigioso, estas todo el día con tutores que te están perfeccionando. A mí me corrigieron que inflaba muchos los cachetes al tocar el silbato y acá en Uruguay quien me iba prestar atención. Ahora Héctor Uslenghi está haciendo un trabajo bueno con los árbitros jóvenes, pero claro ir a que durante una semana te estén constantemente vigilando, que te hagan videos de tus acciones, te hacían un scouting personal y eso me ayudó muchísimo a mejorar, a crecer y sobretodo dejarme amistades. El año pasado vino Virginia Peruchini de vacaciones a mi casa y la conocí en un torneo o me ha pasado que hay un torneo en Uruguay y varios de los que vienen no se van cuando termina, sino que se quedan unos días con nosotros y eso es lo lindo de todo esto.

¿Por qué no seguiste en FIBA?

Cuando estaba Gabriel Baum se perdieron las licencias de femenino. Yo accedí y la perdí la licencia estando él. Fue una situación rara y no tuvimos ninguna posibilidad de ir a pelear por retenerla. El año pasado tuve la posibilidad de conseguirla y lamentablemente la perdí por la prueba física. Esa es una prueba que psicológicamente me aniquila. La dimos un día de mucha humedad, la cancha estaba horrible y esas cosas me empezaron a jugar en contra de ante mano, además de ser una prueba que me cuesta. Pedí para darla de nuevo, porque en muchas partes del mundo se había dado de vuelta a quienes la habían perdido. No me dejaron, entiendo igualmente las razones que me dieron, capaz no las comparto. Pero se dio así y quedé afuera.

¿Tenés intenciones de volver a darla en 2021?

Pienso que ser FIBA es un plus, no está claro tampoco como es el tema de la edad, porque se puede aspirar hasta los 35 años, pero supuestamente si ya fuiste parte del sistema eso no correría. Si en este momento entramos a la página de FIBA estoy como árbitro no activo porque se supone que ya soy parte de FIBA. Igualmente no está tan claro y la realidad marca que sí no es el año que viene veo muy difícil que sea después. Es un tema que me estoy cuestionando, es un plus y sirve ser juez internacional más aún siendo mujer porque cuantas más cosas sos, más te llaman para arbitrar. Igualmente estoy en la duda de que por un lado quiero hacerla, por otro lado no. Tengo este año para meditarlo.

La versión Valentina Dorrego de como se conocieron con Carlos Peralta...

(Risas) Fue rarísimo, nosotros nos hicimos amigos y literalmente Carlos pensaba que yo era una “soreta”. El me dijo que se refería a mí como “la uruguaya cara de orto” y, a ver, todo el mundo piensa que soy eso. Tengo una actitud que no es muy simpática y hasta muchos creen que soy soberbia y la realidad es que soy demasiado vergonzosa. En el primer torneo que hicimos con Carlos no nos hicimos amigos, aparte yo era de las que decía “voy a arbitrar, no a buscar amigos”. Era tremendamente simpática (risas), y él tenía ese concepto de la uruguaya. Pasado el torneo y por el grupo de WhatsApp que se había creado nos empezamos a hablar más y a seguir un poco más la carrera de uno y otro. Claramente Carlos con una carrera más divertida que la mía y a partir de ahí nos hicimos muy amigos. En ese momento yo estaba en pareja, él también. Terminé con mi pareja y le contaba todo a Carlos, luego volví y le contaba, era una situación muy graciosa. Luego se dio que él vino a Uruguay, y sí, ya estábamos los dos solteros y nos seguíamos hablando. Antes íbamos a ir a un torneo juntos y lo bajaron porque se iba a la NBA, estábamos contentos de que nos íbamos a ver y nos bajaron todo para que fuera a eso de la “enebea” (risas). Pero ameritaba. Esa vez vino a Uruguay por un Sudamericano y viste que te das cuenta cuando hay onda. La segunda vez que vino por la Liga Sudamericana, salimos. Más o menos así, que horrible que soy, cero memoria (risas).

¿Cómo fue convencerlo de venir a Uruguay?

Te soy sincera, no creí que viniera a Uruguay. Fue como raro, porque cuando él se iba era como que quedaba todo en eso, que tengas suerte. Nunca me imaginé que iba a volver. En una me dijo que se había comprado un pasaje para venir de vacaciones y pensé que me estaba jodiendo, ni se me ocurría pensar que fuera de verdad. Y cuando definitivamente vino de vacaciones, estábamos juntos todo el día porque vino a mi casa: “mamá mira que vino un amigo de Ecuador”, nada que ver (risas) era todo muy loco. Después de eso Carlos decidió venirse. Jamás me planteé ir a vivir a Ecuador, porque tengo un buen trabajo, estoy hace muchos años y era un "que voy a hacer allá". Carlos solo se dedica al básquetbol y tal vez era como más fácil desde el lado laboral, desde el lado sentimental y familiar era difícil para cualquiera de los dos.

¿En algún momento pensaste que no lo pudieran llegar a insertar en el arbitraje uruguayo?

Sí. Había muchos comentarios sobre ese tema. Somos bastante celosos con el tema que alguien venga desde afuera. Y en un momento dije, que pasa si no lo aceptan. Porque Carlos ya estaba en Uruguay y era claro que si no pasaba eso se iba a ir. Él es árbitro por naturaleza, lo fue su padre y también la hermana. Que se iba a quedar haciendo acá si no se daba. Yo tampoco podía pretender que dejara su carrera, su profesión por mí, porque sería totalmente egoísta. No iba a permitir eso. El departamento arbitral estaba encantado con él, porque la edad y el currículum que tiene es tentador para cualquiera.

Durante la pandemia has dado muchas charlas al exterior, sobretodo a árbitros de Ecuador. ¿Cómo ha sido esa experiencia y que te ha dejado?

Sin dudas que todo eso que me ha pasado de dar charlas y relacionarme con árbitros de diversas partes del mundo y sobre todo de América es gracias a Carlos. Fue él quien me dijo para que dé la charla, porque en Ecuador los árbitros están continuamente preparándose, en este momento del año los están haciendo levantar a las 6 de la mañana para entrenar, porque la situación del Covid allá sigue complicada y se mantienen en cuarentena, era una de charlas a diario. En un momento le pregunte a Carlos si no estaban agotados de tener charlas todos los días, era de lunes a domingo y en una me preguntó si me animaba a dar una charla y la verdad que pensé quién carajo me va a querer escuchar a mí y sobre qué además, porque no soy instructora. Carlos siempre me resalta que soy un árbitro con muy buena señalización, que mis posturas son claras y viste que el lenguaje corporal es todo. Además, soy una persona muy detallista con esas cosas y se me ocurrió dar una charla sobre lenguaje corporal.

¿Eso lo estudiaste en algún lado?

No, lo fui incorporando porque tenía que trabajar mi lenguaje corporal. Mi investigación del tema fue porque necesitaba mejorarlo, empecé a leer, ver herramientas y buscar material para corregirlo en mí, creo que lo he logrado aunque me queda mucho todavía por mejorar. Pero creí que lo que sabía y desde lo personal lo podía compartir.

¿Cuán enriquecedor fue a nivel personal que te hayan elegido?

Muchísimo. Empecé dando esa charla para árbitros de Ecuador y por esa charla me llamaron de Bolivia, Perú y Colombia para que diera charlas. Después Otilio Valencia que es el instructor de Ecuador me preguntó si me animaba a dar un campus virtual para árbitros con talento y sinceramente me preguntaba que hacía ahí, que tan interesante podría decir y ya estaba hablando, disertando con árbitros que son instructores grosos y tenía tremenda aceptación. Después que daba la charla me llegaban pila de mensajes por Messenger o Instagram felicitándome o pidiéndome material o que les corrigiera cosas a ellos y ahí también me di cuenta que no estaban escuchando la charla solo para salir de eso, sino que se interesaban. Empecé a buscar más material y perfeccionarme, porque no es lo mismo leerlo para uno que transmitirlo a los demás. Hace poco di una para Ecuador, solo para mujeres, donde fueron invitadas las juezas uruguayas, era para enseñar a tener control emocional, porque esta es una carrera donde manejamos muchas frustraciones o manejar los insultos que es otra arista importante en el arbitraje. Uno de los reproches que tuve por decirlo de alguna manera de una jueza uruguaya, fue porqué daba charlas para el exterior y no acá, la respuesta fue que para afuera me invitan. En Uruguay debemos aprender a escucharnos y querer aprender del que tenemos al lado. Somos algo cerrados en ese sentido, si viene otro de afuera ahí tal vez sí lo escucho, si no, no.

¿Por qué tanto enojo en las redes sociales?

(Risas), cuando twitteo soy contundente, pero no falto el respeto a ninguna de las partes y el que lo lee sabe a quien va dirigido. Lo que pasó en El Metro fue que jugamos en una cancha sola, todos los partidos televisados, cuatrocientas cámaras arriba y eso hace que los errores arbitrales se hayan maximizado. Una jugada que es un error arbitral, porque somos seres humanos y nos equivocamos, la repiten infinidad de veces y en la retina del hincha queda como que te equivocaste quince veces y eso me enoja, más me enoja la dureza con la que se critica el arbitraje. Se pierde de vista que somos personas, que al llegar a casa tenemos una familia. Sí, nos equivocamos. Pero nos equivocamos como los jugadores, entrenadores, delegados de mesa o periodistas cuando dicen mal el nombre de un jugador por ejemplo. Si cada vez que nombran mal un jugador yo meto mal un pitazo imagínate lo que sería o si lo hago la cantidad de veces que un jugador erra una bandeja. Un árbitro por partido toma miles de decisiones, porque no es solo las que se pitan, también decidimos las que no se pitan. Porque en una jugada decido: pito caminar o no lo pito, por ejemplo. No es solo arbitrar, también hay que analizar. Por eso creo que se es muy injusto cuando se da un error arbitral. En Twitter, tengo un tweet fijado donde dice si el porcentaje de pitazos de un árbitro fuera igual al porcentaje de aciertos del mejor tirador de la Liga seríamos un desastre. Porque si de cada 10 pitazos solo 6 están bien, sería un desastre. Me molesta que se pierda de vista que esta es una profesión y nos equivocamos, decidimos en décimas de segundos, sin repetición ni tanta cámara. Eso hace que me enoje y siempre que sea del respeto está bueno poder expresarse y que haga eco, que se lea lo que puso un árbitro y cual es su sentir. De hecho esta pandemia ayudó a que salieran segmentos como este donde se conoce más de la persona y no solo que es árbitro, sin estos segmentos solo se hablaba de nosotros ante el error, nadie hablaba si estaba bien y me parece que se debe naturalizar que el error del árbitro es parte del juego, como lo es el del entrenador o el jugador.

¿Sos de ver tus partidos?

Sí, aparte soy un poco autodestructiva. Por ejemplo Vivian García me dice siempre “no puede ser que nunca salgas de un partido y digas estuve bien, yo te vi y estuviste bien, ¿Cuál es el problema que tenés hoy?” Y ahí empiezo pero fíjate que en tal jugada esto y lo otro, soy muy dura. Carlos siempre me dice que no puedo ser tan dura conmigo. Por eso tal vez cuando soy dura con el resto la gente se enoja. Por ejemplo a Nicolás Revetria que es mí amigo, he sido durísima con él y pienso que le ha servido y siempre le digo que soy dura con él, porque soy mucho más dura conmigo y creo que eso esta bien para mejorar. Pero también soy consiente que tal vez debería de ser un poco menos destructiva.

 ¿Podés disfrutar de ver básquet?

No, imposible. Paso todo el partido analizando el arbitraje. Hasta mí madre me dice que es insoportable mirar un partido conmigo. Comento todo, se movió mal el líder. Mamá mira que bien cubrió esa jugada, papá porque no hizo esto o lo otro y todo el tiempo así. Miro el arbitraje, no el partido y eso que miro de todo el mundo básquetbol. Lo hago para ver que puedo copiar, sacar cosas positivas de la forma en que arbitran o salen de jugadas complicadas y también lo que no debo hacer. Ahora la verdad que solo veo básquet con los ojos de árbitro y es una “cagada”, tendría que disfrutar de ver algún partido. Antes de la pandemia, cuando se podía ir a la cancha, elegía a que partido iba por la terna, no por los clubes. Yo iba a ver árbitros. Por suerte algunas veces mis compañeros me pedían que fuera a verlos así les daba una devolución del partido. Es la realidad, yo voy a ver árbitros, de no ser un clásico voy a ver árbitros.

¿Cómo es arbitrarle al equipo que sos hincha?

No, no puedo. Pero no por lo que puedan pensar de mí, porque soy una convencida de que cuando le arbitrás al cuadro que sos hincha podés terminar perjudicándolo en el afán que no piensen que lo estás ayudando. Y de hecho me pasó, me designaron a dos partidos seguidos, me dan viernes y martes un partido de Goes. Hablo con el que designa los jueces y le digo yo no puedo hacer estos partidos. Y me contestó: “No, pero quién va a saber” y sinceramente ¿Quién no sabe?, todo el mundo lo sabe. El partido del viernes me dijeron que no lo podían cambiar, que no había tiempo y no me quedó otra que ir hasta Larre Borges y hacer ese partido. Y me siento condicionada, no por el hincha, porque hoy soy más árbitro que hincha e hincho más por los árbitros. Sino que me siento condicionada por el afuera. Me crie a media cuadra de Goes y todos los hinchas que están gritando, son mis amigos y la verdad que la pasé mal. Antes de arrancar el partido ese día el kinesiólogo de Sayago gritó “pero esta no es hincha de Goes”. Yo confío en mi imparcialidad, pero las demás personas no. Por ahí podes tener un error involuntario y que se diga que lo hacer por tal cosa y te señalen, no es nada lindo. Me pasó en un partido de formativas, que fui porque uno de los árbitros había tenido un accidente y resulta que uno de los equipos era Goes contra Malvín en cancha de Malvín , que me iba a imaginar y la verdad que tuve problemas. Primero porque la gente de Goes cree que tenés que favorecer. También tuve problemas con el banco local y terminado el partido el entrenador se acercó y me pidió disculpas. A Aguada le hago, no tengo problema. Por ejemplo el primer partido que le arbitré a Aguada pise la cancha 20 minutos antes y era una lluvia de piropos, pero sabía que ese era el precio que tenía que pagar al hacer mi primer partido de Aguada y vieran que soy profesional, aparte de que mis padres son hinchas de Aguada.

¿Los días de clásico, hay gastadas en la familia y con tu amiga Alejandra Godoy que es aguatera?

Si, obvio tanto con mis padres como con Ale. Además, hay muchos árbitros que son hinchas de los grandes (Aguada-Goes) y está todo bien. En casa es distinto, mi hermano (Goes) y mi padre (Aguada) no se pueden hacer gastadas porque terminan peleando fuerte (risas).

¿Tenés alguna otra pasión fuera del arbitraje?

Me gusta mucho patinar en rollers. Pero pasión, lo que se dice pasión, el básquetbol.

¿Quién es Valentina Dorrego afuera del rectángulo?

Soy una persona sencilla, más sencilla de lo que la gente cree. La gente por lo general piensa que soy soberbia, antipática o altanera y eso es más por mi postura. Soy muy sencilla, familiera y tremendamente amiga de mis amigos.

PING PONG

Mejor partido: Clásico Miramar – 25 de Agosto DTA 2015. Clásico luego de 10 años y fui de primer árbitro en cancha de Atenas.

Peor partido: También DTA, en cancha de Atenas, Auriblanco – 25 de Agosto. También era primer juez y la pasé terrible, terminé peleada con mis compañeros de terna, me suspendieron. Todo mal imagínate que había un bombo y no lo escuche en 40 minutos, bloqueada totalmente.

Jugador más complicado que te tocó arbitrar: Yo le tenía tremendo miedo a García Morales. El día que debuto en Liga me toca Hebraica y lo único que pensaba era como sería Leandro conmigo y puedo decir que nada que ver. Pero Leandro es como el cuco de los árbitros, todos lo nombran. Otro duro era el Bicho Silveira y me di el gusto de arbitrarle cuando jugaba en Stockolmo.

Hincha de: Goes

Terna ideal: Andres Laulhe, Iván Tucuna y Valentina Dorrego

Un partido que te gustaría arbitrar: Amaría arbitrar un clásico, pero se que no puedo. Además voy a todos los clásicos como hincha y me encanta ver los duelos de hinchadas. Capaz ahora la próxima Liga me gustaría un Peñarol – Nacional.