Pasional y muy activa. Sus días arrancan temprano y terminan tarde, con mucha actividad en el medio. Una caída para ella es igual a levantarse las veces que sea necesario. La podés encontrar picando la naranja en el Héctor Novick por la tarde y en el Ramón Collazo por la noche. Adora Montevideo, pero su corazón es rojo y verde. Ella es: Martina Bagnato
¿Cómo recordás tu niñez?
Fui muy feliz, la disfruté un montón. Recuerdo estar en el colegio La Merced, donde estuve desde mis cuatro años hasta terminar la escuela. Siempre tengo presente las cosas artísticas que hacía allí.
Fanática de Aguada, ¿Por qué?
Mis tías con mis primas iban siempre a ver a Aguada y me fueron haciendo hincha. También estaban mi abuela y mi otra tía que eran de Atenas, pero siempre me tiró Aguada. Soy de ir a la cancha y me encanta, aunque a veces se me complica porque cuando arranco los ensayos de carnaval es cuando empieza la Liga Uruguaya. No dejo de seguirlo, si estamos ensayando obligo a que en el club esté prendida la tele.
¿Como ingresa el básquetbol en tu vida?
Arranqué en Mini. Empecé con mi prima en esto del basquetbol. Jugaba en la escuela y la profesora nos dijo que iban a abrir en Montevideo un mixto, nos anotamos y empezamos.
¿Cómo fue esa experiencia del mixto?
El hecho de haber jugado siempre contra varones me lleva a que hoy sea bruta jugando, defiendo fuerte ya que me exigían siempre un poco más. Exclusivamente femenino juego desde el año pasado, que se abrió en Montevideo, pero no compitió. Esta es la primera vez que voy a juagar solo contra mujeres y es una experiencia sumamente nueva.
Estudias para ser Técnica Prevencionista, ¿En qué etapa de la carrera estás?
Estoy por recibirme. Lo hago en UTU que quede en Rondeau y Venezuela. La carrera es seductora y es bastante llevadera. Tiene un montón de facetas y se te va asesorando en base a lo que vas a hacer. Es una especie de previa a lo que luego vas a hacer y eso está buenísimo.
¿Hacia qué lado te gustaría volcarte?
Me gustaría ir para el lado de la construcción. Tendría que capacitarlos y mostrarles los cuidados que estaría bueno que ellos tengan. Hay un plan de riesgo y seguridad, es un control para que no sufran ningún tipo de prejudicialidad en cuanto a la salud. Ya he tenido trabajos prácticos porque estamos haciendo los proyectos para luego defenderlos y poder recibirme que espero sea en seis meses aproximadamente.
¿Dónde estudiaste canto?
En la escuela de Luis Trochón, teníamos canto, baile y actuación. Empecé porque para mi cumpleaños mi madre me regaló un sobre en el que me escribió: “Anda a cumplir tu sueño” y me inscribió ella. Es como una escuela, tenés notas y vas pasando de año o repetís. Están todas las materias, yo siempre supe que lo que a mi me apasionaba realmente era cantar. Yo no sabía que cantaba. Mi madre tenía un compañero que tocaba la guitarra y él me hacía cantar, me escuchó y se asombró. A partir de ahí mi madre me insistió para que estudie y aprenda.
¿Cómo surge la conexión con el carnaval?
Tenía una amiga que salía en Mi Morena y yo era su utilera. Me habían dado la oportunidad de ir como una más y yo no sabía bailar. Tenía 16 años y el amigo de mi madre me motivó a que buscara algo que pudiera hacer acorde a mi edad, que era el Carnaval de las Promesas. Averigüé con un compañero que salía, fui a un casting, quedé y estuve dos años en Imagine (Parodistas). El primer año salimos cuartos y al año siguiente sextos. Más allá del resultado, estuvo buenísimo como experiencia. Yo quedé ternada como mejor vocalista femenina y en lo grupal fue muy gratificante. Lo disfruté mucho.
¿Y el carnaval mayor?
Hasta ahora siempre estuve en humoristas: Los Bergoglios, Los Jokers y Los Rolín. Estaba en promesas y habíamos ido a un festival. Yo tenía que bailar una coreografía, pero me sentía mal y faltaba el cantante, entonces me propusieron suplantarlo. Se dio la casualidad de que en la tribuna estaba el dueño de Los Bergoglios y cuando terminamos con el conjunto se me acercó y me preguntó si quería salir. Nos contactamos, fui al casting y empecé a formar parte. Era la única mujer del conjunto además de la vestuarista con la que hice muy buena relación. Para el año siguiente Los Bergoglios no salían y la vestuarista conocía al “Pollo” Medina, me recomendó y me llamaron de Los Jokers que iban a salir y estaban armando el grupo. Me tomó la prueba Atay, actué, canté y quedé. Fue un año divino y nos metimos en la Liguilla. Por último, mi llegada a Los Rolin se dio porque un componente era primo de mi ex novio. Me conocía el dueño porque me había visto en un casting que yo fui a hacer a Los Chobys. Si hay carnaval, pienso salir en el que viene.
¿Qué es subirse en el Ramón Collazo?
El Teatro de Verano es increíble. Solo de saber que estás ahí arriba y está toda tu familia en la tribuna, te explota el pecho. Son sensaciones inexplicables las que sentís. No es fácil meterte en el carnaval mayor, pero una vez que estás adentro te ven de otra manera y es más fácil moverte.
¿Canción final en el Teatro de Verano o libre en la hora para ganar?
Lo artístico me pesa más, a cantar le tengo otra dedicación porque es algo que lo hice casi toda mi vida y el basquetbol no, ya que tuve un parate entre que terminé el mixto y se abrió el Femenino. Cantar una canción final en el Teatro está divino, hasta ahora me ha tocado cantar una pre despedida y canciones entremedias. Año a año voy ganando en experiencia, te vas haciendo conocer.
¿Cuál es tu situación laboral hoy en día?
Estaba trabajando en una inmobiliaria que cerró por toda esta situación y estoy trabajando en un Call Center ahora. Son cuatro horas y me viene bien para terminar la carrera. El ambiente es muy lindo y si bien no tiene nada que ver con lo que estudio, está la propuesta de armar un proyecto de seguridad para el Call Center. Si bien nunca lo hablé con el dueño, es algo que está en mi cabeza.
¿Qué es Montevideo para vos?
Es una familia, la mitad de mi corazoncito. Desde chica estoy ahí, mi primo también juega y siempre nos fuimos a ver entre nosotros. Es raro que juegue en otro club que no sea Montevideo, aunque me gustaría también poder jugar en Aguada que es el club del que soy hincha.
Plantel y entrenador joven, ¿Qué tal eso?
En el plantel tenemos jugadoras desde 16 a 22 años. “Nacho” se presenta muy maduro frente al plantel a pesar de su corta edad y está clarísimo que es nuestro entrenador y nosotros las jugadoras.
¿Se han planteado algún objetivo?
Como grupo no hemos planteado un objetivo. Nos venimos superando en cada práctica, queremos siempre más. Hay un gran compromiso, estamos unidas y queremos dar que hablar.
Sacándote del basquetbol, otra de las cosas que te gustan es tatuarte. ¿Cuántos tenés?
Tengo nueve tatuajes. Algunos tienen un significado y otros simplemente me gustaron. En los tobillos tengo fechas de nacimiento de mi abuelo y mi abuela. Un arlequín que se relaciona con la mujer en carnaval y en la costilla también tengo una frase por mi abuelo: “Mi angelito de ojos claros”. No me gusta verme los tatuajes porque me aburre. Elijo lugares donde no me los vea.
¿Sueños?
El primero y el único que tengo claro hasta ahora es recibirme porque considero que me para diferente en la vida. Es un respaldo y pienso que es una manera para poder elegir de que quiero trabajar. Una vez que lo logre, mis prioridades van a ir cambiando.
¿Quién es Martina Bagnato?
Soy una persona a la que no le importa caerse porque sé que me voy a levantar. Tengo mucha fuerza, cuando quiero algo no paro hasta lograrlo. Mi madre es muy parecida a mi en ese sentido. Estoy constantemente eligiendo prioridades y eso me hace estar activa.