Básquet Total lanza una nueva sección en donde los extranjeros son los destacados, ellos nos cuentan su historia, orígenes en el básquetbol, hablan de su familia, de sus fortalezas y debilidades. Es así como la naranja va al aire y comenzamos a conocer a Martín Leiva.

Humilde, tranquilo, sincero y honesto, eso es lo que transmite Martín Leiva a sus 40 años y con todos eso títulos a su espalda. Desde un primer instante cuando nos acercamos vía whatsapp para coordinar la entrevista accedió sin problemas. El día de la misma llegó puntual y de muy buen humor, nos encontramos en las cercanías de la rambla y fuimos hacia la misma.

Sentados en un banco mirando al Río de la Plata con frío, es verdad, aunque el sol del mediodía amenizaba la entrevista. Nos contó de su periplo en el básquet, habló de su familia y su estadía en Uruguay, todo eso dejamos registrado en esta nota.

¿Cómo nació tu amor por la naranja?

Comencé a jugar al básquet a los seis años, en el club Ferro Carril Oeste, un poco porque vivíamos cerca y para no estar metido todo el día en un departamento, mi madre me anotó en básquet y natación. Al poco tiempo decidí hacer sólo básquet, dejé natación, no me gustaba bañarme tanto me parece (risas). Empecé desde muy joven más que nada por estar con amigos y compartir momentos. 

¿Cuándo fue el momento en el que dijiste: “quiero ser jugador de básquet”? 

El momento bisagra en mi vida de basquetbolista fue a los 15 años, me mandaron a jugar a los Cadetes B, ahí hice un click porque me dije a mi mismo que iba a hacer todo lo posible para estar ahí arriba y me la pasé todo ese año entrenando con dos compañeros. Después tuve la suerte de tener a León Najnudel

gran entrenador y quien fue el creador de la Liga Nacional de Baloncesto en Argentina, él se fijó en mí al año siguiente, yo era recontra flaco pero muy alto y me ayudó mucho a ser profesional.

¿Qué recuerdo tenés de ese niño que empezó en Ferro Carril?

Yo a veces no me daba cuenta lo que estaba haciendo, pero mis viejos siempre me inculcaron una gran responsabilidad. Me encantaba ir a entrenar, esperaba ese momento del día para ir a practicar. Incluso había días que no tenía plata para el bondi y me iba caminando pero quería ir a toda costa. Tanto es así que con 12 años fui a un entrenamiento sólo, en subte (alude que era otra Argentina, más segura que ahora) me lo tomé para cualquier lado y me bajé tres paradas después, unas cincuenta cuadras y me fui corriendo. Llegué tarde como una hora pero tenía un gran sentido de responsabilidad, valor, compromiso y dedicación que me hacía no faltar e ir, eso me ayudó mucho a lo que soy hoy en día y es gracias a mis viejos.

De Ferro te vas a Boca, ¿cómo se da tu llegada al Xeneize?

Un poco por sorpresa. Yo voy a un Mundial juvenil en Saitama y con 21 años, me rompo la rodilla, cuando vuelvo hago la recuperación sólo con los kinesiólogos y médicos de las selecciones inferiores. En el quinto mes de esta recuperación tengo la posibilidad de ir a Gimnasia de la Plata pero ellos en la revisión no me dan el OK porque su médico dijo que no estaba apto, la verdad un crack (varias risas de ambos). Nos volvemos de la Plata con mi agente y Leo Minervini, dirigente de Boca asume el riesgo, me contrata y termino mi rehabilitación ahí. 

¿Qué se sintió salir campeón por primera vez en el equipo que sos hincha?

No hay nada más lindo que eso, lo viví con mucho fanatismo, algo increíble en mi carrera y más que nada porque se dio contra Gimnasia de la Plata, por todo lo que te dije anteriormente. Fue muy loco porque íbamos perdiendo 2-0 y le ganamos cuatro partidos seguidos, seguramente se acordaron un poquito de mi (más risas).

¿Cuánto disfrutaste esos años en Boca?

En ese momento quería quedarme toda la vida en Boca, así que imaginate. Ganar algo con esa camiseta, que me hayan dado una gran posibilidad y yo retribuirle al club con títulos para mi carrera es algo muy lindo y es difícil de explicar porque los sentimientos a veces no van con los momentos (denota alegría y emoción en su relato). En este caso era todo junto, era una acumulación de sentimientos. Es más, salimos campeones y fuimos a dar la vuelta a La Bombonera, con toda esa mística, nos sacamos la foto en donde está La 12, empezaron a gritar: Dale campeón y tiembla el césped. Quedarse con esas cosas es algo que no se repite nunca más y a veces es tan efímero ganar algo que se te pasa volando. Ganar y perder es parte de este deporte que a veces tenés que dar vuelta la página tan rápido que por eso tenemos que intentar de disfrutar mucho más durante el trayecto que a veces eso es muy difícil.

Pese a ese fanatismo por Boca, tomaste la decisión de irte a España, ¿Crees que fue la correcta?

En ese momento me fui con la idea de seguir en el básquet de Europa. El primer año me costó bastante ese período de adaptación. Me tocó un club que me costó muchísimo, al año siguiente me dieron la posibilidad de ir a León, otro equipo, la pasé bárbaro y lo disfruté, de hecho tenía dos años más de contrato pero Europa se puso económicamente mal, entonces prefirieron pagar la cláusula de rescisión del contrato para renegociar los otros dos años. Ahí surgió la posibilidad de Peñarol de Mar del Plata, tocó volver y hoy con el diario del lunes fue una de las mejores cosas que hice en mi carrera.

Luego de esos dos años en Europa, ¿Cómo fue el volver a Argentina0

Hablé con Sergio Hernández, me convenció del proyecto, Peñarol era un equipo muy respetado, no me arrepiento de haber vuelto, de hecho hasta el día de hoy es que tengo muchos amigos allá, Mar del Plata se convirtió para mí y mi familia en nuestro lugar en el mundo.

La llegada a Peñarol en un primer momento no fue fácil por todo lo que había pasado con Boca, le habíamos ganado una final y había quedado una pica interesante, por suerte eso con el tiempo fue cambiando y hoy en día el amor es mutuo.

¿Qué significó Sergio “Oveja” Hernández en tu carrera como profesional?

Es el mejor entrenador de Argentina, lejos. Creo que me formó como jugador, aprendí muchísimo con él, como jugador y como persona. Lo tuve en Peñarol, Boca, selección, estuvimos casi siete años juntos y logré cosas con él. Es un entrenador por convencimiento y es lo que a mí me gusta, él confía mucho en sus jugadores. Sergio más allá de lo que sabe técnica y tácticamente para mi es todo en mi carrera, de lo que yo pude ser como jugador.

Con Peñarol ganaste todo, ¿en algún momento se sintieron invencibles?

Por ahí sí. Pero nosotros entrenamos para lograr eso dentro de la cancha, nos poníamos a disposición del equipo y aportar cada uno lo mejor, las piezas ensamblan perfecto. Era un todo: dirigentes, técnicos, referentes, la gente, todos tirábamos para el mismo lado. Nos sentíamos invencibles (hace una pausa, lo repiensa y afirma) pero también pasa cuando perdés muy seguido y sentís ese miedo a ganar. Es algo muy lindo, por suerte nunca nos relajábamos, ganábamos, dábamos vuelta la página y pensábamos en el siguiente partido. A veces eso era tedioso pero esa mentalidad tenía ese equipo. Esa mentalidad ganadora la construimos nosotros.

Acostumbrado a ganar, te llevo a la selección, ¿qué fue, o qué es, la Generación Dorada?

Yo creo que como algunos más nos sentimos parte de esa generación dorada. Jugamos varios campeonatos, Premundial, PreOlímpicos, Panamericanos, Juegos Olímpicos. Uno aprende de esa generación, de hecho esta generación de ahora fue mamando algo, Luis (Scola) es el principal en esto de que entiendan lo que es el compromiso, vestir la camiseta de la selección Argentina, el sentido de pertenencia y responsabilidad. Vos entrenás con ellos, Manu Ginóbili es uno de los mejores jugadores de básquetbol que hay pero uno desde su rol dentro de la cancha trata de aportar ese granito de arena en lo que fuera, trata de aprender, escuchar para potenciar el equipo. Sin dudas es algo que va a quedar para siempre, para todos aquellos que vengan de aquí en más a vestir la camiseta de la selección Argentina.

La Generación Dorada parece una gran familia, hablando de eso mismo, ¿Cuán importante es el rol de la familia en tu vida?

La familia es todo. Es el equilibrio que necesito en todos estos años. A veces uno no se da cuenta de todo el esfuerzo que ellos hacen. Hay que reconocerlo, mi esposa ha dejado de hacer cosas, de hecho en la Liga en Argentina se viaja mucho, incluso con los periodos de la selección que fueron muchos meses entrenando sin parar. Yo tengo tres hijos y ellos son todo, mi descarga a tierra. Mi esposa me ayuda, es mi psicóloga cuando llego a casa, porque no es fácil, tengo la cabeza a veces a dos mil revoluciones, tenemos mucho diálogo, de hecho yo he ido de vacaciones teniendo que seguir un plan de entrenamiento, ellos esperaban a que yo termine de entrenar para ir a algún lugar. En cada momento que tengo no dejo de agradecer.


Hoy con 40 años armaste las valijas para cruzar el charco, ¿cuál fue el motor que te impulsó a hacerlo?

Yo todavía tengo ese amor por el básquet. Este fuego interno por este deporte. Me lo tomo como un desafío llegar ahora al Larre para tratar de ascender, sería algo muy lindo. Vi esta posibilidad porque no se cuando va a comenzar la Liga en Argentina y si yo me quedaba allá y estaba ocho meses parado, capaz que me retiraba y la verdad que no me quería retirar así por una pandemia. A causa de todo esto tomé esta posibilidad, tomémonos unas vacaciones de Argentina que está difícil en todo sentido y vamos a Uruguay.

¿Qué referencias tenías de Montevideo?

Yo ya había venido a jugar y mucha gente me comentaba de cosas, ahora veo que la ciudad es muy linda es una mezcla entre Mar del Plata y Buenos Aires así que vamos a estar bárbaro con mi familia. La gente es muy buena, muy cálida, los uruguayos te hacen sentir muy bien. Eso también hizo a la decisión de venir acá. Mis hijos la pueden pasar muy bien acá porque la ciudad es muy linda. Si yo veía que ellos no iban a estar bien no venía, eso seguro.

¿Hay planes a futuro en Uruguay?

Tengo ganas de poder jugar la Liga Uruguaya, a mí el año pasado me llamaron para jugar y no se dio, ahora estoy enfocado en el Metro y después quedarme para la Liga está latente así que es una linda oportunidad para seguir estando en actividad y a mí me gusta. Por el momento mi cabeza sigue activa y no quiero decir basta. Yo me cuidé mucho físicamente respetando dietas, descansos y demás para seguir jugando, hoy me siento bien. Hasta que la cabeza no me diga basta voy a seguir, el fuego interno lo tengo y Diana (su esposa) me sigue en todas, si no estoy seguro que no podría y más si viene mi familia que van a disfrutar de esto también.

Entrando en una parte más profunda, ¿te arrepentis de algo en tu carrera que no hiciste?

Si bien no es que me arrepiento me hubiese gustado estar un par de años más en Europa, no me arrepiento de haber venido a Peñarol. El básquetbol me dio mucho más de lo que creí. Me arrepiento por ahí de no haber disfrutado más, en el día a día persiguiendo proyectos se pierde un poco. Quizás no disfruté de todo lo que me dio el básquet que fue muchísimo por ahí lo vea con el pasar del tiempo.

PING PONG

Frío o calor: Calor mil veces

 Asado… con leña o carbón: Con leña de acá a la China, allá en Argentina lo hacen con carbón ¡Están locos!

Mate dulce o amargo: Amargo

De acá o de allá: De acá

Con o sin montañita: Como venga

Boca Juniors o Peñarol de Mar del Plata Los dos, no puedo elegir uno.

Liga de las Américas con Peñarol o los Sudamericanos con Boca Liga de las Américas, es más importante

Ginóbili o Leo Gutiérrez Ginóbili es el más grande

La Bombonerita o el Romeo Schincha La bombonerita

Un idolo… Mi familia.

Tu quinteto ideal: Facundo Campazzo, Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni, Luis Scola y Martín Leiva D.T Sergio Hernández.