Acompañada por su perrita vestida para la ocasión, Rocío Mott nos recibió en el corazón de su barrio. En esa plaza que tanto uso le dio para ligarse al básquet en la pandemia. En un momento para desenchufar la mente de las siempre complicadas clases por Zoom, la multifacética incorporación de Capurro, nos habló de su vinculación con el básquet, los cambios del interior a Montevideo, del modelaje como pasatiempo y su carrera como profesora en esta época tan particular. Toda esa vida que descubrió al llegar a la capital y que tanto extraña en cuarentena.

¿Cómo te iniciaste en el básquetbol?

Yo soy argentina, me vine a los diez años para Uruguay, a Fray Bentos. Lo primero que hizo mi padre fue meterme en la piscina. Hice amigas, mi mejor amiga jugaba en el Club Nacional de Básquetbol y fui con ella. Ahí arranque a los once.

¿Cómo fueron tus primeros contactos con el básquet?

Cuando me vine, natación fue lo que más me atrapó, pero el básquet era un momento de estar con mis amigas, se armó un muy lindo grupo. Tenía al lado a Fiorella Garbarino que juega conmigo hasta ahora, que medía el doble de lo que yo medía. Yo era muy chiquitita, tiraba al aro como podía, pero correr atrás de una pelota me gustaba. No me gusta mirar deporte, porque me pone muy nerviosa y me dan ganas de jugar, pero practicarlo me encanta.

De ese arranque, ¿cómo te animaste a dar el paso al básquetbol federado?

Jugué años allá en Fray Bentos y cuando vine a Montevideo dejé todo. Seguí con la natación porque tenía a mi entrenador de piscinas abiertas que tenía un club acá, cerrado. Hasta los 25 no había jugado más básquetbol, lo había dejado a los 15. Seguía con hándbol, pero el problema era que a los lugares que iba eran sin techo, abiertos, entonces el frío, que me ataco del pecho, hicieron que sea un deporte que no quería seguir haciendo. Fiorella me dijo que estaba jugando en Goes y ahí retomé por lo que era ella. Estuve unos meses, no me gustó, porque cuando vos venís del interior estás acostumbrada a que hay una unidad en el equipo. En Goes pasaba que se peleaban mucho entre las chiquilinas y no me gustaba. Yo hago deporte porque me gusta estar con mis amigas, me gusta disfrutarlo y lo veo como algo para despejarme la mente, no para calentarme. Ya si veo que hay muchos problemas, prefiero no jugar, estar tranquila en mi casa o hacer otra cosa.

Te tocó cambiar mucho de equipo. ¿Cómo es el tener que adaptarse a distintos grupos?

Después de Goes nos fuimos para Atenas, con Fiorella y su hermana, Micaela. Yo siempre caigo tarde. Las chicas hacen pretemporada y yo caigo en mayo, junio porque espero que ya se establezcan y después llego. Pasamos por Atenas, se formó un hermoso grupo, porque ahí éramos una cantidad. De ahí nos fuimos por problemas con el director técnico a Olivol. Ahí nos sumamos más, entonces el grupo fue creciendo. Fue muy lindo, se obtuvieron muy buenos resultados para ser las nuevas. Y como Olivol decidió no tener más femenino mayor este año, terminamos en Capurro. Cada vez se van más lejos (risas). Este año estuve a punto de no ir con ellas porque Capurro me queda muy trasmano. Pensé en 25 de Agosto que estoy a dos cuadras, pero la cuota era muy alta para mí. Probé en Yale pero solo querían cinco mayores y los horarios que tenía tampoco les servían a ellos. A las chicas de Capurro yo las conocí el año pasado porque viajamos a Brasil a los Unisinos. Son divinas, me habían dicho de ir pero me da la pereza ir hasta allá, más que yo me manejo en bici. No me arrepiento de haber terminado ahí, lástima que venía tan bien, porque este año sí arranque pretemporada y cuando comenzó la cuarentena, venía a la plaza a jugar un rato, a tirar. Pero después se vinieron los fríos, la cuarentena se empezó a levantar, siempre está lleno y dejé de venir. Había arrancado con toda, quería mejorar el tiro, pero se me pinchó todo (risas). Hasta me acuerdo que le hice una camiseta a mi sobrina, que nació el año pasado y pensaba ir a verme todos los partidos.

¿Cómo fue de pasar de un equipo protagonista cómo Goes, a Atenas donde muchas estaban aprendiendo a jugar?

En Goes había muy buenas jugadoras. Yo hacía años que no jugaba y sabía que iba a tener pocos minutos. Pero no me molestaba porque yo me acuerdo que cuando era chica, con Florencia, la prima de Fiorella, éramos felices por estar en el banco. Mirábamos a las compañeras jugar pero no nos gustaba entrar a la cancha porque nos poníamos muy nerviosas. En Goes arrancamos así, me tocaba estar de afuera, pero así aprendés mucho. Más yo que soy muy colgada. No me molestaba, si me toca banco bien y si me toca cancha, dejar todo lo que tengo. Pasar a Atenas fue un cambio rotundo. Éramos pocas jugadoras, tuvimos momentos que se lesionaban todas. Ahí fue cuando más ganas me vinieron de jugar, más ganas me vinieron de mejorar, porque iba al aro sola y muchas veces erraba. Me faltaba mucha práctica, en Olivol mejoré bastante, iba a practicar, el entrenador me corregía. Este año venía con todo el “power”, quería mejorar mi tiro y acá estoy esperando que se retome todo. Porque extraño mucho correr, extraño mucho las chiquilinas. Ahora nos empezamos a juntar un poco pero extraño mucho jugar el básquetbol.

El hobbie, más allá de practicar básquetbol, sería el tener una excusa para pasar tiempo con amigas, ¿no?

Exactamente. El básquetbol además de pasar tiempo con amigas, ayuda a salir de la rutina, de lo que es el trabajo, la facultad. Es como un momento para descargar la energía que tengo.

Te tocó siempre jugar con las Garbarino, ¿qué significan para vos?

No son de mis mejores amigas porque tengo otro grupito. Pero son mis amigas, si necesito algo siempre están. Saben que a todo lo que es deporte yo me sumo, conozco a la familia hace años, en navidad, fin de año salimos, se arma joda en la casa. Uno de los motivos que unió fue el deporte, porque Fiorella hizo natación, hándbol y la escuela conmigo.

¿Se vinieron juntas al mismo tiempo?

Terminamos la escuela el mismo año y las dos vinimos al año siguiente a hacer facultad. Ella agarró derecho, yo odontología y habíamos perdido como la conexión ahí. Pero retomamos cuando me invitó a jugar al básquetbol. Ella se va moviendo y yo voy atrás de ella. Si se va a China iremos a jugar atrás de ella (risas). Ya más o menos nos conocemos, sabemos que en un equipo nos gusta más o menos lo mismo, ya estamos grandes, ya no tenemos 20 años, sabemos que no vamos a vivir del básquetbol, por algo tenemos nuestra carrera universitaria. Pero hacer deporte es algo que nos gusta, nos desestresa y lo que buscamos es divertirnos, no calentarnos tanto la cabeza. Capaz cuando sos más chica ves como más chances de jugar en el exterior o algo. Fiorella tuvo su etapa en la selección, yo no (risas), pero ella siempre jugó al básquetbol y tuvo otras condiciones y altura.

¿Cuándo dejaste nunca te picó el bichito de volver, a pesar de no conocer amigas en el equipo?

Lo que era el básquetbol no. Sí había vuelto al hándbol que me gusta más. Con el básquetbol soy media bruta a veces, lo que es tirar al aro siempre me costó un poco más. Es cuestión de práctica y técnica que vas mejorando bastante. Pero cuando recién arranqué tiraba una piedra al aro.

Hoy ya con más años de básquet arriba, ¿te ponés a ver algún partido, vas a la cancha, o es algo que escapa de vos?

No. Mirar deporte nada. Gimnasia artística creo que es lo único que me gusta porque hacen cosas que están tremendas. Pero mirar deporte nada porque me pone nerviosa. Capaz que voy a alguna cancha porque voy con amigas, pero no me pongo a ver un partido. No me gusta, me dan ganas de jugar. Yo no sé estar quieta, me gusta más hacer cosas, cocinar, comer, salir con amigas, salir a bailar, hacer deporte, lo que es mirarlo me aburre.

¿El modelaje lo vivís como un hobbie?

Lo tomo como un hobbie por los estándares de belleza. La altura no me ayuda, el físico de deportista tampoco. Me gusta también por el tema que conocés chicas, es un pasatiempo, te divertís, te ayuda también a descohibirte. Soy muy vergonzosa y eso me ayuda un poco. Pero mientras estoy haciendo modelaje me vuelve un poco la timidez.

¿Pesa la timidez en la cancha cuando va mucha gente?

En lo que es deporte me olvido que hay gente afuera y me concentro en lo que es el partido. De por sí soy media colgada, vivo en una burbuja. Pero en el momento de estar en el partido, vivo para mis compañeras y la pelota. Si tengo que tirarme al piso y llevarme la pared puesta por ir a buscar una pelota lo hago. A mí me gusta correr, robar pelotas, tirar al aro no mucho, porque muchas veces le erro y me pongo de mal humor, pero me encanta correr. Creo que lo que me caracterizo en los equipos es por correr y marcar.

¿Qué se fijara el 8 de agosto como fecha de arranque que les generó?

Fue como que al fin vamos a retomar de a poquito nuestras vidas. Hay gente que de última trabaja afuera, pero yo que trabajo en facultad no se sabe cuándo va a arrancar. Entonces yo sigo encerrada en mi casa sin hacer nada. A mí se me paró todo, de un día pasé de tener clases, salir corriendo, vestir e irme corriendo a las prácticas a literalmente en un día no tener nada.

A pesar de no haber formado parte de la selección, te tocó ir a los Unisinos a representar a Uruguay, ¿cómo viviste esa experiencia?

Ya había viajado con la selección de Río Negro a un campeonato liceal. Viajamos a Argentina, viajé con Fiorella. Eso estuvo muy bueno porque aparte mi padre vivía allá todavía y nos llevaba a pasear. Fue un campeonato muy divertido, que lo viví estando desde el banco. No quería entrar, me acuerdo que una vez me tocó entrar a la cancha, estaba jugando con un charquito de agua, todavía la pelota no estaba en juego y yo ya me había caído. Me acuerdo que no nos fue bien pero me divertí mucho. Ahora en Unisinos era más grande, fue otra cosa. La experiencia estuvo demás, tuvimos muchos partidos, a veces dos por día. El calor fue sofocante y llegaba un momento que chorreábamos agua, pero fue una experiencia muy buena. Ver equipos como Brasil que corren mucho, son muy altas, es como jugar contra Malvín acá. Allá era dejar todo lo que podíamos para intentar pelear el campeonato. Jugué con compañeras que nunca había jugado, capaz que tuvimos algún encontronazo en cancha, pero se pasó muy bien, nos divertimos mucho, se formó un lindo grupo, porque ahí es donde conocí a las chicas que después me invitaron a ir a Capurro. Fue una experiencia muy divertida y quiero hacerla este año también, espero que se hagan, quiero que se repitan.

Dejando el deporte de lado, ¿en qué ocupás tiempo en tu vida?

Ahora la cuarentena me mató, porque pasé de estar todo el día en facultad trabajando o estudiando, o haciendo deporte, a estar todo el día encerrada.

Das clases en facultad...

Soy profesora. Soy grado 1 de la cátedra de radiología y fisiología. Hago servicio sacando placas radiográficas y doy clases, de algunos temas en particular. Soy odontóloga, ya me recibí, pero estoy haciendo un postgrado en ortodoncia y ortopedia, así que tengo mucha carga de estudio también. Entonces pasaba todo el día en facultad y el ratito que tenía libre era para practicar. A mis compañeras ya les había dicho que tengo un horario complicado y podía ir solo una vez por semana a entrenar. A pesar de eso, hacía entrenamiento funcional y complementaba el básquetbol con eso.

Para una profesora, ¿cómo es dar clase por Zoom y que tan distinto es a que sea presencial?

Presencial es mucho más fácil. Por Zoom tenés que estar preparando muchas más clases. Además permiten que se anoten más estudiantes, entonces pasamos de tener 20 estudiantes presenciales, a tener 40, 50 estudiantes. Hay que preparar preguntas para que ellos respondan por tiempo, corregir informes que ellos mandan. Te demanda más tiempo que en persona, que ahí los ves, ellos participan en clase y se hace más llevadero.

¿Tu carrera odontológica cómo se vio afectada por la pandemia?

Yo no estoy trabajando en un consultorio particular. Por el momento me he dedicado a dar clases. No me gusta mucho lo que es la odontología en general, por eso estoy haciendo un postgrado. Además cuando arrancás es muy difícil, tenés poco paciente, falta, le decís los precios y le resulta caro. Entonces necesitás invertir para poder trabajar, pero como estoy pagando los postgrados, preferí estar tranquila y no estar pagando un consultorio que a veces me da ganancias, y a veces me da pérdidas.

Muchas veces es complicado sostener una carrera universitaria y otras cosas, ¿cómo lograste sustentarla con el deporte?

Primero tenés que buscarte un deporte que te permitan los horarios. Capaz otras facultades no tienen tanta carga presencial como odontología, porque nosotros tenemos mucho práctico. Pero si encontrás algún deporte y podés acomodarlo a tus horarios es lo mejor, porque te liberta la cabeza y te desestresa de tanto estar encerrada estudiando o trabajando. El deporte te libera, es otra forma.

 

Te tocó cambiarte de ciudad tres veces, ¿cómo fueron esos cambios?

Lo mejor que me pasó de chica fue haberme ido a Fray Bentos, porque Buenos Aires es una ciudad muy grande y es difícil por ejemplo, permitir que tus padres te permitan ir a la casa de un amigo si no conocen a los padres. Cuando vine al interior era otra cosa, no es lo que es hoy. Me acuerdo que iba a la casa de una amiga, estaban las puertas abiertas, pasaba y decía “hola, acá estoy”. Me metía en la heladera y comía lo que había, o si mi amiga no estaba la esperaba ahí en su casa. No existían los celulares, la forma de buscar un amigo es yendo a la casa. El interior nos brindaba todo eso, ir a la casa de mis amigas, andar solas, tus padres no se preocupaban, dejabas la bicicleta en la calle. Capaz que ahora la cuestión es otra. Ya cuando tenés 18 años el interior es algo muy aburrido. Muy monótono, siempre la misma gente, siempre las mismas cosas. En Montevideo encontré el punto medio entre lo que es Buenos Aires y el interior.

¿Fue forzado por estudios el venir?

Sí, igual yo me quería venir. Cuando terminé el liceo yo ya sabía lo que quería estudiar, entonces me vine. No lo pensé, pedí unas becas porque económicamente no estábamos bien, las conseguí. Vine sola, ahora tengo a mi hermana acá.

¿Te considerás más argentina o más uruguaya?

Más uruguaya. Si el día de mañana hay un partido de Uruguay yo voy a hinchar por Uruguay. Mis amigas me dicen: “dejá de decir que sos argentina, si sos más uruguaya que argentina”.

¿A futuro con qué soñás?

Terminar mi postgrado e irme de Uruguay, pero no para Argentina. Irme para Europa, algún lugar movido, no me gusta la tranquilidad.

Terminada la entrevista aprovechó a pasear con su perrita que tan bien se portó durante la charla. La compañera, la mimada de la casa, con quien logra salir de la rutina a la que la somete la pandemia. Deseando que su vida vuelva a la normalidad, aprovechó para hablarnos y recordar lo que tanto extraña. Las ansias ganan, pero la espera es cada vez más corta.