Desde la comodidad de su hogar, Mathías Calfani nos dejó entrar virtualmente para hablar de todo. En esta primera parte, cuenta cómo vive la pandemia, la lesión, sus pasajes por Biguá, Malvín y San Lorenzo, y habló de lo último de la selección.

¿Cómo llevas la cuarentena?

La verdad que salgo poco, solamente a pasear al perro. Hace cuatro años que no estábamos tanto tiempo en el país y nos agarró por sorpresa. Nunca pensé que iba a estar haciendo la recuperación encerrado en casa.

¿Qué vínculo mantenes con tu Artigas natal?

Hablo todos los días con amigos y familiares. Por suerte se están cuidando con las medidas de higiene y precaución necesarias. Igualmente como todavía no hubo casos allá, tal vez por eso no se toma la total dimensión del problema.

¿Qué haces para seguir en forma?

Entreno en casa, gracias a los profes que me facilitaron los materiales. La idea es no perder en lo físico y aprovechar para seguir con la recuperación de la lesión. Tengo barras, pesas, gomas y uso las sillas y la mesa. Pienso que para fines de julio podría estar volviendo a jugar. Ahí completaría los seis meses de la operación y espero estar al 100%.

¿Qué recuerdo tenes de Biguá?

Cada vez que volvía a fin de año a Uruguay, tenía Biguá a disposición. Mantuve el contacto con la gente del club porque fue donde comenzó esta locura de ser un jugador profesional. Me ayudaron a crecer, a ser mejor persona y me enseñaron muchísimas cosas. Hoy tengo la posibilidad de recorrerlo. Ya era un club modelo cuando arranqué, y ha crecido todavía más.

¿Y de tu paso por Malvín?

Mantengo el contacto con Pablo López y el “Chato” Martínez, siempre me escriben y están pendientes de mi carrera. Seguramente voy a entrenar también con ellos porque me pueden aportar a futuro. Me siento un privilegiado, por haberme iniciado en Biguá que me dio todas las herramientas y por haber estado en Malvín con López, que es de los mejores entrenadores del país. Es muy lindo que se siga preocupando por mí y tengo que aprovecharlo para seguir sumando.

¿Cómo viviste la situación con San Lorenzo?

No fue la manera ideal de terminar el ciclo. Me resultó doloroso y extraño, porque tenía sentimientos encontrados. Por un lado, el agradecimiento eterno a la gente de ahí y los hinchas que siempre me apoyaron. Por otra parte, saber que cumplí con todo y el club no lo hizo. Estuvieron en falta varios años y al momento de renovar eso pesó, porque sentía que no se estaba valorando el esfuerzo y lo conseguido hasta ese momento. Claro que fue algo colectivo, pero fui parte de los ocho títulos que ganamos. Lo único que pedía era que se hicieran cargo de lo acordado. Nunca salí a hablar mal del club públicamente y la única alternativa que encontramos fue ir a FIBA, que finalmente nos dio la razón.

¿Cuánto te aporta tener un representante como el “Pata” Pereira?

La relación con el “Pata” Pereira me benefició para darme cuenta de todo lo que implica una carrera. No sólo lo que tiene que ver con la pelota, también el cuidado personal, el apoyo de la familia en buenas y malas, el aspecto mental para la toma de decisiones. Siempre estuvo al lado mío en todo. Para mí es parte de mi familia, lo conozco desde los 15 años gracias a Luis Pierri y desde ese momento armamos una relación increíble. Con la lesión fue el primero en ayudarme, dándome tranquilidad para que vuelva todavía mejor.

¿Qué sensación te quedó sobre la posibilidad de clasificar al Mundial 2019?

El partido contra Puerto Rico es difícil de digerirlo todavía. Fue muy cambiante, con momentos buenos y malos. Finalmente nadamos para morir en la orilla y ese dolor va a costar. La única forma de sanar la herida es trabajando, enfocándonos en lo que viene y seguir peleando para lograr cosas importantes.

¿Cuántas expectativas tenías puestas en jugar el Preolímpico?

Me motivaba muchísimo por lo que implica esa competencia a nivel mundial y por jugar con la selección. Es un torneo importante, también por los grandes rivales que íbamos a enfrentar. Venía haciendo una buena liga en Japón y preparándome para eso. Con la lesión fui cayendo en lo que me iba a perder, y tuve que resignar la ventana clasificatoria a la AmeriCup contra Brasil. De cualquier manera como dice mi padre “todo pasa por algo” y “gracias” a la lesión vine a recuperarme acá y pude hacer la cuarentena en Uruguay.