El Torneo Sub 23 se terminó y aprovechamos para reflexionar sobre sus fortalezas y aspectos a mejorar a futuro.

Se fue el segundo año con un campeonato extenso, bien organizado y que sin dudas debe mantenerse, pero no carente de dudas y cuestionamientos desde varios actores.

La mayor crítica es que el torneo tiene predominio de jugadores juveniles, lo cual tiene su asidero, pero no es real que sea lo mismo que los torneos de formativas. Obviamente el tener algunos jugadores de mayor edad ya hace una diferencia -a veces sustancial-, pero además para algunos clubes el salto de calidad es aún mayor.

A modo de ejemplo podemos citar a Sayago, que llegó a playoffs del Torneo Sub 23, y sin embargo sus formativas jugaron en la serie 3. O sea que fue este campeonato el que le permitió medirse con los mejores equipos del medio, lo cual es clave para el crecimiento de los jugadores. Y no es un caso aislado.

Además, en Sub 23 se rompe la barrera del subir una sola categoría, permitiendo a jugadores de 16 años un roce mucho mayor, algo necesario para aquellos que por su talento o desarrollo físico se destacan con demasiada facilidad entre los de su edad.

¿Está mal que haya muchos “chicos” y pocos “grandes” en el torneo? Depende. Si esto se da así porque los mejores están jugando a un nivel más alto (Liga o Metro), claramente no. Y ojo, esos “apenas dos o tres” Sub 23 que tienen todos los clubes, son más de 70 jugadores en total.

Quizá el gran punto a debatir está en cuál es el objetivo que se persigue, donde hay dos visiones muy válidas y respetables. Por un lado estamos los que creemos que debe servir esencialmente para desarrollar jugadores, teniendo como paralelismo la LDD argentina; pero también muchos creen que la meta es dar un espacio donde seguir jugando a aquellos que terminaron sus formativas y no juegan otros torneos profesionales.

Claramente hay un grupo de jugadores que coincide en ambos grupos, que tienen proyección pero aún no están prontos para dar el salto (a los que el Torneo Sub 23 debe apuntar); pero también hay otros que ya no ven el básquetbol como objetivo profesional y que se van volcando más hacia las diversas ligas amateur.

Sin dudas queda mucho por mejorar, especialmente desde los propios clubes que pueden darle más dedicación y entrenamientos específicos a esta categoría, en la que pueden nuclear a sus mejores proyectos.

Quizá en cuanto a lo organizativo la parte más preocupante quedó en la serie Metro/DTA, donde varios clubes no sostuvieron su compromiso y afectaron la competencia, pero de cualquier forma la evaluación global termina siendo positiva. Es cierto que aquí hay algún equipo que podría perfectamente jugar con los de Liga y se podría pensar alguna variante, pero sin dudas -una vez más- lo que hay suma.