Charles McCann, un extranjero distinto, fue la nota de Importados antes de jugar su último partido en El Metro. Como en la cancha, dejó cosas muy interesantes sobre su historia, su pensamiento, el club y sus compañeros.
Nombre: Charles McCann.
Nacimiento: 23/07/1993 (24 años)
Lugar: Queens, Nueva York (Estados Unidos)
Apodos: “Charlie”, “Chuck”, “Carlitos”
¿Cómo fueron tu infancia y tus inicios en el básquetbol?
Mi infancia fue buena, tuve suficientes dificultades de las que aprender pero tuve a los mejores padres para mantenerme en el mejor camino para mi futuro. Crecí en Queens (Nueva York) con mis dos padres y mis hermanos mayores.
Siempre amé el básquetbol. Desde los 11 años jugué con el mismo entrenador y los mismos compañeros, y decidimos ir juntos al liceo St. Mary’s porque nuestro entrenador recibió una oferta de trabajo allí. Crecí jugando en equipo, porque éramos prácticamente una familia.
¿Cómo se compone tu familia y dónde viven?
Mi familia son mis padres y cinco hermanos. Mis padres siguen viviendo en Nueva York, y los dos pudieron venir a Uruguay a visitarme. Yo he estado acá desde abril, pero la familia de mi novia vive acá. Ella vivió casi toda su vida en Nueva York y la conocí en el liceo.
¿Qué has estudiado paralelamente a tu formación como jugador? ¿Pensás trabajar en eso en algún momento?
Estudié Administración de Empresas y tengo planes de tener mis propio negocio, o incluso dos, en el futuro.
¿Cómo te describís cómo jugador?
Diría que soy un jugador que puede hacer varias cosas dependiendo de lo que precise el equipo. Algunos días puede ser buenas cortinas, otras veces ser más agresivo en defensa. En cualquier caso puedo jugar y siempre creo en mis compañeros. Aunque me des cinco personas cualquiera de la plaza voy a pensar que podemos ganar todas las noches si trabajamos como debemos.
¿Qué habilidad de algún compañero de equipo te gustaría tener?
No diría una virtud, más bien admiro los diferentes talentos de cada uno. Cuando los ponemos todos juntos somos un equipo peligroso para enfrentar.
¿En qué países has jugado? ¿Cuáles te han gustado más y menos?
Esta es mi primera temporada profesional. He estado acá con mi novia antes y el verano es muy lindo.
¿Qué es lo que más y menos te gusta del básquet uruguayo?
Me encanta el estilo de jugar más físico. Todas las noches hay que ser duro en la cancha. No me gusta que no haya calefacción en los gimnasios, pero es un detalle menor.
¿Te ha sorprendido el nivel o proyección de algún jugador uruguayo?
Me atrae el potencial de algunos de mis compañeros más jóvenes. “Emi” (Serres) que tiene una versatilidad increíble. “Gonchi” (Díaz) es peligroso porque puede tirar de forma excelente y también atacar el aro. “Juandi” (Couto) no ha tenido tantas oportunidades pero es de los que trabajan más duro, no te podes relajar un segundo con él al lado. “Mati” (Varela) sigue mostrando confianza y equilibrio en la base. Y puedo seguir, hay mucho potencial en este equipo.
¿Con que jugadores tenés buena relación en Uruguay?
Además de mis compañeros, hablo con Matías (De Gouveia) de Welcome de tanto en tanto. He hablado alguna vez con Simmons de Verdirrojo también.
¿Qué cosas te gusta hacer en tu tiempo libre?
Me gustan los libros de los que puedo aprender y me hacen pensar distinto, sea la categoría que sea. Estoy leyendo “El punto clave” de Malcom Gladwell que habla de cómo las pequeñas cosas pueden hacer gran diferencia. También miro series como “Game of Thrones”, “Power” y “Family Guy”. Y me gusta escuchar música, especialmente Hip hop y RnB.
¿Tenés alguna frase de cabecera o favorita?
Creo en que cuando haces algo, debes dar todo. Esta es la única forma de mejorar. Se aplica al estudio, al básquetbol o a otros trabajos. Todo lo que sea menos del 100% es una pérdida de tiempo.
¿Qué es lo que más te gustaría ser, si no pudieses ser persona? ¿Por qué?
Me gustaría ser un león. La precisión y el esfuerzo que usan para cazar hacer que la recompensa valga la pena, porque es algo que deben dominar.
¿Tenés algún ídolo o referente en el deporte o en la vida?
Además de mis padres, mi ídolo sería mi entrenador desde joven, Ira Hunt. Nunca nos pedía nada imposible, porque para él no existía lo imposible. Parece que no fuera humano. Cuando yo tenía 14 él tenía 32 años, y cuando no lográbamos hacer los ejercicios de correr la cancha en tiempo se ataba los championes y se ponía a hacerlo con nosotros. Competía y nos ganaba, y entonces nos hacía correr toda la práctica. El punto es que siempre nos mostraba que estar fuertes de cabeza nos iba a hacer vencer cualquier dificultad. Ganaba porque no pensaba que era mayor o que esa tarea era imposible.
¿Qué objetivos o sueños te quedan por cumplir?
Quiero tener mis propias empresas, una de ellas de negocios inmobiliarios. Quiero poder darle soporte económico a mi futura familia y a mis padres.
¿Cómo ves a Tabaré hoy?
Me parece que es un equipo joven para ser profesional. Eso genera algunos altibajos pero estos muchachos están adquiriendo una experiencia que la mayoría de su edad no tienen. El futuro es brillante para Tabaré si se mantiene esta base.
Tenés que irte antes de terminar El Metro… ¿Cómo te gustaría ser recordado por los hinchas?
Me gustaría que me recuerden por ser distinto a lo que están acostumbrados que es un extranjero. Cada noche lo di todo y en las estadísticas cada juego puede parecer muy distinto. Jugué de la mejor manera que sé, juntos como equipo e intensos por la energía de nuestros hinchas. Ha sido un honor jugar en Tabaré.