En un tiempo en el que las corridas entre parcialidades, los robos de banderas, balaceras entre quienes se hacen llamar hinchas de sus clubes y amenazas a los jugadores o cuerpo técnico son moneda corriente en el fútbol, el básquetbol uruguayo da un mensaje de esperanza para erradicar la violencia del deporte.
Últimamente los grandes medios hablan de básquetbol solo cuando sucede un hecho de violencia, o pasa algo y todos nos indignamos, dejando pasar inadvertido cuando las cosas salen correctamente. Está bien, es cierto que debería ser lo más normal que los espectáculos deportivos transcurran con total normalidad, pero lamentablemente, pasa cada vez menos.
Casi sin darnos cuenta se jugó toda una fecha de lanzamiento con enfrentamientos clásicos definidos como de “alto riesgo” y con antecedentes entre las parcialidades. Todo sucedió sin mayores dificultades, y no tuvimos que lamentar ningún acto de violencia antes, durante, ni luego de los encuentros.
La difícil tarea de devolverle la paz, y la familia al deporte viene siendo con éxito gracias a un gran esfuerzo y compromiso de todas las partes. Desde la Liga Uruguaya de Ascenso pasada, la Federación dejó bien en claro que no permitirá ni el más mínimo desmán, y si eso sucede las sanciones serán duras. Ya lo han sufrido varios clubes, quita de puntos, cierres de cancha. Si bien es una institución y todos sus aficionados los que se ven afectados por unos pocos, también es cierto que este tipo de sanciones ejemplares son una invitación a los clubes para retirar a los revoltosos de las canchas. Varios lo han entendido, y por sus propios medios aplicaron el derecho de admisión, casi que despreocupándose por que pueda suceder algo en algún partido.
En tan solo una semana se disputó el clásico entre Aguada y Goes con 4500 personas. Casi la misma cantidad de asistentes al Palacio, pero esta vez para ver Malvín – Unión. En Tacuarembó 1300 hinchas formaron parte de la fiesta entre Welcome y Cordón. Otra de las fuertes rivalidades del básquetbol uruguayo es la de Sayago y Olimpia. Ambos elencos se vieron las caras con aproximadamente 1000 espectadores que asistieron al Roberto Moro. Todos los enfrentamientos transcurrieron en paz, y parte importante de esto fueron los operativos policiales, en conjunto con la seguridad privada de cada uno de los clubes, y la logistica que implementó la FUBB.
Para quienes asistimos asiduamente a ver básquet, muchas veces se nos hace molesto el hecho de que nos hagan el cacheo de rutina o que luego de finalizados los encuentros, debamos esperar 15 minutos para salir del escenario, pero lo cierto es que todo eso ayuda a mantener la calma durante los 40 minutos de juego. Rumbo a Tacuarembó se hicieron cuatro revisiones en la ruta, lo que permitió que al llegar a la cancha no hubiera oportunidad de pasar un mal momento. En las últimas temporadas se incorporó el test de alcoholemia, evitando el ingreso de personas que puedan alterar el evento. Todas estas pequeñas cosas, por más molestas que nos puedan parecer, debemos reconocer que ayudan a alejar la violencia de las canchas.
Más allá de todo, la ayuda más grande para mantener la calma, la están dando los jugadores, cuerpos técnicos y árbitros, junto con la gente, que está entendiendo que es un espectáculo, y por lo tanto debe disfrutar del mismo, alentando a sus equipos, sin insultar al rival. Desde hace un tiempo vemos que los jugadores se comportan más responsablemente, festejando sus puntos y buenos momentos dentro del rectángulo pero evitando los gestos o movimientos que puedan provocar a la parcialidad oponente. Es gratamente sorprendente que los jueces ya no sean el gran blanco de insultos por la disconformidad de sus pitazos, y en cuanto a la gente: crece el número de verdaderos hinchas que asisten a un partido para alentar a sus elencos.
Desde la FUBB, como desde los clubes y quienes amamos el deporte naranja se está haciendo todo lo posible por “compartir nuestra pasión con respeto”; y lentamente se va revirtiendo la realidad esperando que dentro de poco, la gente quiera asistir a una cancha sin miedo por que pueda suceder algo y podamos devolverle la familia al básquet.