Luciano Parodi se calzó una responsabilidad enorme que le quedó chica, el crecimiento es constante y el techo lejano. Despegó, no hay que taparle el camino.

Primera vez con la tarea de conducir al equipo, de ser el base titular de un candidato, con grandes figuras a sus costados. Haciendo funcionar el colectivo fue tan determinante que el país terminó hablando más de Parodi que de cualquiera de sus compañeros.

Es un pibe con una clase envidiable, que no para de crecer y, aunque parezca increíble, sigue siendo Sub 23. Su carrera no tiene techo y el límite de aprendizaje en Uruguay parece estar a tope. Ojalá pueda emigrar, porque vuela demasiado alto como para que se le corten las alas.

Es realidad y futuro al mismo tiempo, es desfachatez y sapiencia, tranquilidad de veterano y sonrisa de un niño. Está a otro nivel.

Parodi, el mejor jugador de la Liga.