Leandro García Morales fue descalificado con doble técnico por tercer vez en lo que va de la Liga Uruguaya.

Tanto se instauró el mito de que "a Leandro se le permite todo" que hoy en día se dio vuelta la taba y ya no se le perdona nada. Rigurosidad absoluta y justa para un jugador "clase A" que sufre las pocas pulgas de los árbitros.

Anoche fue la tercera descalificación para el ex Aguada y Biguá. El protagonista fue Ricardo Olivera. Primero le indicó que no simulara más, García Morales protestó y se llevó el técnico. Ya en el último cuarto, el 10 simuló y al tercer juez de la noche no le tembló el pulso, había avisado, y sentenció. Le hizo la "T" a la mesa y lo descalificó del cotejo.

Leandro demoró en irse, porque es inteligente hasta en los peores momentos, protestó y habló sin gesticular demasiado e hizo entrar a toda la parcialidad de Trouville, incluso dos dirigentes ingresaron al campo de juego.

Los árbitros no debieron demorar tanto la salida del jugador, pero tampoco se podía permitir la entrada de directivos que nada tienen que hacer dentro del rectángulo durante la disputa del cotejo.

A partir de ahí, un arbitraje que venía siendo muy bueno, bajó la calidad, más por las sanciones disciplinarias que por los pitazos de estricto juego, que en general fueron todos aciertos.