Columna de Opinión sobre la renuncia de Leandro García Morales y el punto final a la ilusión de ver a esta generación completa, al menos, una vez.

Sin ganar nada, con algún torneo donde brilló y otros donde no lució lo esperado, con sus declaraciones tan sinceras como polémicas, con todo eso, Leandro García Morales fue un ícono de una generación que generó más expectativas de las cumplidas.

Hace años venimos acumulando ganas de ver jugar juntos con la celeste a Martín Osimani, Jayson Granger, 10_L_Garcia-3Gustavo Barrera, Leandro García Morales, Mauricio Aguiar y Esteban Batista; jugadores de clase que, por distintos motivos, nunca se juntaron en la Selección.

Si quedaba alguna esperanza, se terminó ayer con la renuncia del actual jugador de Capitanes de Arecibo. Ahora si, es un hecho, nunca jugarán todos juntos.

Todos alguna vez faltaron, no hubo proceso de Selección en donde no se usara alguna vez la palabra “renuncia”, nos fuimos acostumbrando a que fuera normal.

La mayoría de las veces las posturas de los jugadores fueron valederas. Lo que no quita la desilusión, cual niño chico que no consigue la figurita buscada para llenar el albúm y verlo completo, reluciente, como siempre lo soñó.

Vivimos en un país donde la gran mayoría de los deportistas desea fervientemente representar a Uruguay. Todos crecen soñando vestir la celeste en donde sea. En el basquetbol no pasa, se repiten renuncias hace años. Algo que un tiempo atrás no era común.

Será una generación más recordada por las renuncias o las declaraciones post competencia que por lo realizado adentro de la cancha, cuando quizás, apostábamos mucho a lo basquetbolístico porque contábamos con una calidad de jugadores que hace mucho tiempo no había.

Los deportistas no se sienten cómodos en la selección uruguaya de básquetbol. No sabría decir si es un problema de autoridades, dirigentes, cuerpos técnicos, compañeros o una mezcla de todo. Pero casi ninguno juega –o jugó- a gusto.

El caso que nos convoca es el de Leandro García Morales, dentro de lo basquetbolístico no hay nada para achacarle. Tuvo torneos mejores que otros, partidos excelentes, otros regulares y algunos para el olvido, cayó en la irregularidad general.

Fueron 13 años vistiendo la celeste, con un desgaste donde soportó irregularidades organizativas y aspectos deportivos en los que no estaba de acuerdo. Explotó tras en Pre Mundial de Caracas, en Venezuela donde claramente chocó con Pablo López. Tras el certamen hubo duras declaraciones del jugador, que apuntaron al entrenador de turno y a Alberto Espasandín, en su momento, Gerente Deportivo de la FUBB.

García Morales mostró su descontento con el funcionamiento general, y en nota realizada por el portal 180.com.uy, fue claro: “No quiero seguir siendo parte de algo que está mal” o “ya no puedo seguir perdiendo el tiempo” fueron frases tiradas con sinceridad por quien va a jugar en Hebraica y Macabi los próximos cuatro años.

uruLideró una postura contraria a la del entrenador de turno y aclaró que mientras estuviera López, él no iba a estar. Será imposible saber si las palabras de LGM incidieron en la salida del entrenador, a quien los dirigentes de la FUBB decidieron no respetarle el proceso planificado al asumir.

Con la llegada de Adrián Capelli daba la sensación de situación solucionada, suposición que el tiempo se encargó de marcar como errónea. No hubo vuelta atrás, no participó del Sudamericano de Isla Margarita y ayer renunció a vestir la camiseta celeste.

El comunicado fue escueto y no se expuso fundamento de la decisión definitiva. En la entrevista mencionada anteriormente García Morales declaró: “Si este es el camino como nos vamos a preparar, no quiero estar”, se desprende de su idea expuesta hace dos años, que en la selección no cambió nada.

Se fue un gran jugador que, lamentablemente, fue quien dio el portazo final para terminar con la ilusión de ver a esta generación completa, al menos, una vez.