Una vez más un jugador Sub 23 es rehén de los reglamentos y compromete su carrera al no participar en un certamen donde los jóvenes deberían ser protagonistas. La carencia de un gremio fuerte de jugadores se nota.

 

La no habilitación de Maximiliano Botta para jugar el Metro en Colón disparó, una vez más, la falta de apoyo que tienen los jugadores más jóvenes en un basquetbol que carece de recambio. El gurí proveniente de Biguá tiene 21 años y todas las ganas de superarse para crecer como basquetbolista; sin embargo, una vez más, el inentendible reglamento de la FUBB lo haría estar parado casi un año, hasta que arranque el torneo de la DTA. Botta había quedado sin actividad cuando Cader de Rocha no se presentó a jugar el Metropolitano del 2015. En la primera fecha de 2017 jugó 15 minutos donde fue pieza importante para que Colón venciera al candidato Sayago, recién ahí saltó todo.

En este tipo de casos parece inevitable pensar la falta de una gremial de jugadores seria. El apoyo de los Basquetbolistas Uruguayos Asociados (BUA) serviría para plantarse fuerte y no permitir que un jugador que comienza a dar sus primeros piques se quede sin practicar el deporte, y por consiguiente, sin trabajo.

Es real que no tienen obligación ninguna, pero sería bueno que referentes como Leandro Garcia Morales, Nicolás Mazzarino, Esteban Batista o el propio capitán de la selección uruguaya, Bruno Fitipaldo, quienes ya tienen un nombre y una opinión de peso en el básquetbol, salieran en apoyo de un colega que quedaría parado casi 10 meses. Resulta llamativa la poca fuerza que tiene un gremio que debería ser clave para los intereses de los verdaderos protagonistas.

Sin ir más lejos, en Argentina, la “Generación Dorada” lideró luchas gremiales. Entre otras cosas, logró que Daniel Zanini -ex presidente de la Confederación Argentina de Basquetbol (CABB)- diera un paso al costado previo al Mundial de España 2014, por irregularidades en pagos de premios y otros fondos de la Federación. Los jugadores presionaron al órgano con la no participación en el certamen mundial si el mandatario y su cúpula continuaban en los cargos dirigenciales en los que estaban en ese momento. Fueron cracks adentro de la cancha, también afuera.

Más allá de quién gana el punto del partido en cuestión, lo importante sería que la FUBB enviara un mensaje positivo y que permita al jugador seguir sus pasos en el basquetbol. Dejarlo diez meses sin poder jugar y cortarle su evolución sería un nuevo error en jugadores sub 23 y generaría un mal precedente en los protagonistas del espectáculo. Basta de dejar jugadores sin actividad, no ayudarse entre colegas y sacar ventajas de estas situaciones. Perdemos todos.