Continuando con las entrevistas a jugadores que fueron parte de la historia más rica del básquetbol uruguayo, fuimos tras la palabra de Horacio “Gato” Perdomo, quien fue parte de una de las mejores generaciones de Uruguay logrando el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de 1984 en los Ángeles.

¿Como fueron tus inicios en el básquetbol?

Empecé siendo muy chico en el club Capurro. Mi padre fue fundador, mi abuelo vivía al lado por Solís Grande. Hice todas las inferiores y mayores hasta el año 1979 donde me fui a Neptuno.

¿Cómo era el básquetbol en esa época?

Venía todo el furor porque comenzaron a llegar los primeros extranjeros a los equipos. A nivel sudamericano, Uruguay empezaba a mejorar dado que aparecía una nueva generación muy buena acompañada a todo lo que rodeaba nuestro básquetbol local. En ese tiempo, había cuatro divisionales y en cada una había entre 12 a 14 equipos, sumado a que cada uno también tenía un equipo que se denominaba “Reserva” por lo cual había una gran cantidad de clubes, lo que posibilitaba que se jugara muchísimo al básquetbol. Yo vivía por Millán y Bulevar Artigas, solamente en un radio de un kilómetro y medio había diez equipos.

¿Cuándo fue tu debut en la selección mayor?

Fue en 1979, en una preselección en la cual quedé desafectado, pero me permitió ingresar en el proceso. Luego tuve la posibilidad de estar en una gira previa al preolímpico de Puerto Rico y en 1980 continué hasta llegar a 1981 donde salimos campeones Sudamericanos en Montevideo.

¿Como se inició la generación de 1984?

Esa camada arrancó en el año 1976 con una selección de menores que dirigía Washington Goyeneche en un torneo que se llamaba Meira y otro torneo que se jugaba en Brasil. Esa generación, donde se destacaban Horacio “Tato” López y “Wilfredo “Fefo” Ruiz, entre otros. Cuando llegó a primera, sumado a varios referentes, posibilitó hacer una gran combinación para tener ese gran plantel de jugadores.

¿Como fue la preparación para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles?

La preparación fue muy buena porque antes de ir al Preolímpico hicimos una serie de giras. Al tener un gran equipo, nos llegaban invitaciones para jugar en varios torneos porque querían competir con nosotros para mejorar. Por ejemplo, recorrimos toda Argentina en ómnibus, porque nos llamaban de todos lados. En Brasil también disputamos muchos partidos con el fin de potenciarse, a la larga sin duda mejoraron mucho más ellos que nosotros. Luego tuvimos la posibilidad de salir segundos en el preolímpico que fue algo muy bueno. Previo a disputar los Juegos Olímpicos, hicimos una gira por Perú, que si bien no fue tan buena en calidad, sirvió para unir al grupo, sumado a una gira por México que nos posibilitó llegar de gran forma al torneo, donde teníamos en el debut a Francia, que era el rival a vencer para pasar a la siguiente fase, que por suerte lo pudimos lograr.

Luego de la victoria frente a Francia, tuvieron a Estados Unidos con Michel Jordán, ¿cómo se planificó teniendo en cuenta su potencial?

Fuimos uno de los equipos que perdió por menos, incluso en los primeros minutos estuvimos parejos. En un momento salió Jordán y pasamos, pero cuando volvió hizo una seguidilla de puntos que fue tremendo y se fueron. Antes no se tenía mucha información de los equipos. Para ver algún partido de la NBA tenías que esperar que le llegara la información al DT Ramón Etchamendi y ahí hacer algún tipo de scouting. De todas formas, esa generación no tenía miedo de enfrentarse a nadie porque era un gran equipo. No querían jugar con nosotros porque lo que defendíamos era tremendo. Si mirás las estadísticas de los Juegos Olímpicos, dentro de los diez jugadores con mayor recupero de pelotas, hay tres uruguayos. Yo salí primero y luego están el “Tato” López y “Fonsi” Núñez, que salieron quinto y sexto respectivamente.

¿Cómo fue la jugada donde Jordán saltó por encima de tuyo?

Era un jugador que saltaba muchísimo. Intenté pararme para hacerle cobrar un foul de ataque… y ¿qué foul de ataque? (risas). Cuando abrí los ojos estaba por arriba mío.

¿Si tuvieras que definir el estilo de juego de Uruguay en esa generación, como lo describirías?

Sin dudas que el sector defensivo era impresionante. En ofensiva teníamos una gran lectura donde definían los jugadores que tenían que hacerlo. Pero lo que más destaco es la función de los roles, cada uno tenía claro su rol dentro del equipo y se respetaban. Hay que tener en cuenta que Larrosa, Núñez, Ruiz, todos eran goleadores en sus equipos, pero en la selección nos adaptábamos a lo que más le convenía al colectivo, aprovechábamos los momentos. En lo personal, me complementaba muy bien con Carlos Peinado porque éramos jugadores distintos.

Luego del sexto puesto en los Juegos Olimpicos, ¿qué pasó en el Mundial 1986?

No fue una buena actuación porque a partir de ese momento nos empezamos a desintegrar.  Tuvimos algunos problemas, en el sudamericano de 1985 se lesionó Eduardo “Peje” Larrosa, “Tato” López venía de jugar en Italia y no tuvo un buen certamen. De todas formas, quedamos a un punto de pasar a la fase final. Perdimos en la hora frente a Israel y ahí ya quedamos eliminados. Creo que esa gran generación luego de los JJOO nunca pudo volver a juntarse al 100% para obtener cosas a nivel internacional. Pasaron un montón de cosas que nos llevó a no poder mantenernos y lograr cosas parecidas a lo que hizo Argentina con la Generación Dorada. Yo creo que si hubiéramos seguido unidos con la ayuda del entorno basquetbolístico, podríamos haber obtenido cosas importantes.

¿Sentís que esa generación pudo obtener mayores logros?

No tengo dudas. Yo creo que esa generación en la Olimpiada de 1988 en Seúl, podía haber tenido medalla, pero lamentablemente se desmembró todo. Era otra época, cobrábamos solo cinco dólares de viáticos, no había fuerzas de sponsor, ni publicidad, lo que hacía jugar gratis en la selección. Pero más allá de eso, se juntaron varias cosas. El “Fefo” Ruiz se nacionalizó argentino, a “Tato” López lo habían suspendido, el “Peje” se lesionó. En los Juegos Olímpicos de 1988, esta generación tenía 28 años, era para explotar definitivamente en ese certamen, pero lamentablemente no se pudo dar.

¿Qué incidencia tuvo Ramón Etchamendi en conformar este gran equipo?

Tremendo. Para mí fue gran responsable junto a Hugo Berardi que no voy a descubrir lo que fue como técnico, siendo en América de los entrenadores que ganó más. Es una bestia.

En una entrevista en Básquet Total, en esta misma sección, Fefo Ruiz te denominó “El rey de las asistencias”...

Bueno, a mí me gustaba mucho pasar la pelota. Yo me fui adaptando en mi estilo de juego. Cuando empecé a jugar era anotador, fui goleador en segunda con Capurro y cuando fui a Neptuno, Etchamendi me puso de base y cambio totalmente mi juego. Yo estudiaba mucho a mis compañeros, pero también a mis rivales, miraba mucho todo el entorno. Mientras estaba en el banco de suplentes, los observaba para ver como marcarlos y en ofensiva ver como pasar el balón. Yo siempre miraba al defensor para pasar la pelota, la mayoría mira al compañero en ese momento, pero entiendo que no lo tenés que hacer, sino mirar al defensor para evitar pérdidas o ver el momento en que el compañero pueda tirar. Jugar con esos monstruos era divino, saber que en los momentos más calientes la pedían y querían tirar.

¿Recordás tu último pasaje en la selección?

Sí, fue en el Preolímpico de 1991 donde apareció por primera vez el Dream Team y luego de ahí empezó un recambio generacional. Estuve en el proceso de selección desde 1979 hasta ese año donde fue mi último torneo.

A nivel de clubes, ¿cuál es tu mejor recuerdo como jugador?

Como grupo destaco mi pasaje en Neptuno que fue precioso. A nivel de logros, lo de Biguá fue lo más importante. Logramos tres campeonatos seguidos, salimos campeones sudamericanos, ganamos varios torneos de invierno y liguillas con un equipazo. Luego con Nacional se dio la particularidad que logre el ascenso como jugador y posteriormente también como entrenador. Jugué en un montón de equipos, sumado a los seis sudamericanos con la selección y otros tantos a nivel de clubes, dos Mundiales y Juegos Olímpicos por lo cual al básquetbol no le puedo pedir más. Me hubiera gustado seguir dirigiendo, pero por un tema de salud, no ha sido posible.

¿Cómo estás viviendo esta etapa como comentarista?

Yo comentó básquetbol que es lo que sé. Es de lo que vivó que es parte de mi vida. No soy periodista, no me voy a poner un rol que no tengo. Comencé como comentarista en la Radio con Ademar Pérez, luego surgió estar en la televisión, la verdad que me siento a gusto y me da la oportunidad de seguir en el ambiente del básquetbol que es lo que más me gusta. Estoy aprendiendo, trato de mejorar con la ayuda de mis compañeros periodistas que se han portado bárbaro conmigo. La verdad que es impresionante lo que hacen por el deporte, la mayoría de las periodistas ponen plata para poder trabajar como le pasa a algunos jugadores.