Las hinchadas de Aguada y Goes le dieron calor y color a una noche disfrutable donde no faltó aliento y, por suerte, no hubo ningún tipo de incidentes.

A excepción de los pulmones impuestos por la seguridad del evento, el Palacio estaba repleto. La ansiedad de la primera fecha hizo que un lunes común, fuera el más especial de todos. Desde temprano la alegría latente de volver a ver a su equipo.  Caminando por Minas o Magallanes en los minutos previos al encuentro ya se podía distinguir la algarabía, por el rojiverde fuegos artificiales, en el Misionero un montón de banderas rojas y azules. La fiesta estaba pronta.

En la cancha dos recibimientos únicos a la altura del momento. La presentación olímpica le dio el toque justo para que ambas hinchadas explotaran al momento que rompieron los equipos.

El aliento fue constante, cuando no era uno, aparecía el otro, y muchas veces incluso, ambos dejando la garganta para ver quien sonaba más fuerte. La noche no supo de silencios.

Aguada festejó y Goes se la bancó. Más allá de algún cántico cruzado donde los jueces estuvieron atentos para frenar el partido, y alguna seña de un lado a otro en intento de amenaza fallida, todo transcurrió con normalidad.

Fue una fiesta y así debe ser siempre. Como decía la pancarta con la cual posaron los jugadores previo al partido: "Compartimos la pasión con respeto". Así debe ser siempre. Felicitaciones a ambas instituciones. Nos regalaron una noche inolvidable.