Pestañó y se vio campeón, un par de meses, que no son nada en la vida, catapultaron a Leonardo Zylbersztein al éxito.

El desafío llegó, tan rápido como inesperado. Tras la salida de Demti pasó, de un día para el otro, a actuar en el escenario mayor. De pique tuvo que asumir responsabilidades, lo hizo de manera excelente, no le tembló el pulso y dirigió como un veterano de mil batallas.

Fue al Super 4, gritó campeón, para jugar Playoff tomó una decisión que marcó el futuro, se la jugó por Freeman y dejó afuera del plantel a un icono de los últimos años de Macabi como Hatila Passos. El tiempo le dio la razón, apuesta y visión en busca del objetivo.

Tanto en semifinales como en la serie final dio muestras de capacidad para salir de situaciones complejas ante colegas de experiencia. Ganó batallas difíciles y fue astuto para dirigir planteles más cortos que sus rivales. Construyó el equipo para llegar fuerte al momento más caliente. Hebraica fue el mejor cuando tenía que ser el mejor.

Con pizcas de buen entrenador fue forjando su camino, dio un salto repentino y se apoyó en lo que sembró durante años en las formativas para establecer su final. Con los pibes como bandera convenció con su idea a los más experientes.

Sin esperarlo pero con el deseo constante, Zylbersztein por primera vez acarició la gloria como entrenador, en el camino, encontró la recompensa.