Aun siendo juvenil, su entrenador le propuso dejar Trouville para ir a jugar la LUA. El salteño, siempre buscando mejorar, no lo dudó. Promesas presenta a Santiago Massa, alero que defenderá a Verdirrojo.
Nombre: Santiago Massa
Edad: 19 años
Puesto: Alero / Ayuda-Base
Altura: 1.90
Club: Trouville

¿Cómo arrancaste a jugar al básquetbol?

Empecé por iniciativa de la familia, hacer un deporte para moverse y no estar sin hacer nada. A los 5 años arranqué jugando al baby fútbol y la verdad que no me gustó, no me sentí cómodo. Ahí empecé a ir al básquetbol. Tengo una anécdota graciosa con eso, mi hermana mayor era la que me llevaba, como a veces no quería ir a las prácticas me decía que si completaba el mes yendo a todas las prácticas me daba un premio al final del mes. Así empecé, y me enamoré del deporte.

¿En qué club empezaste en Salto?

Arranqué en Salto Uruguay porque me quedaba cerca, y estuve hasta los 10 años más o menos. Después el entrenador que tenía se fue a Nacional, y como tenía un muy buen vínculo con él lo seguí. Crecí deportivamente en Nacional.

Y después de eso viniste a jugar a Montevideo…

Sí, primero vine a Hebraica, con 14 años. Viajaba los fines de semana. Entrenaba en Nacional durante la semana y los sábados a mediodía después del liceo me venía y me quedaba en la casa de alguno de los jugadores. El domingo jugaba y a medianoche me volvía a Salto.

¿Cómo te resultó ese primer cambio a jugar en Montevideo?

Difícil, más que nada por el nivel que había acá, la intensidad, el físico. Allá no se manejaba mucho el tema de hacer pesas y físico, era más jugar con tus amigos y divertirte. Acá me di cuenta que era más competitivo, mucho choque, mucho juego físico y fue lo que más me costó. Cuando me di cuenta decidí mudarme para acá para enfocarme más en el básquetbol. En la mitad del segundo año en Macabi me mudé para acá con mi madre, fue un cambio brusco por la mudanza, el cambio de liceo, de compañeros, entrenar todos los días acá. Por suerte vivía cerca del club, y siempre tuve el apoyo de mi familia que fue fundamental.

Después de dos años en Macabi, decidiste cambiar de club acá.

Sí, fue por temas personales, me pareció que Biguá era un club más interesante. En la Selección conocí a “Charlie” (Couñago) y a Grolla que me contaban del club y me gustó. Quise probar, estuve un año solamente pero las cosas no se dieron y tuve que buscar otro club.

¿Cómo llegas a Trouville?

En parte también por la Selección, conocía Monteverde y Ducasse. También es el año en que Augusto Pons llega a Trouville y yo ya tenía un vínculo con él, desde unas clínicas que hizo en Salto antes que yo viniera, y había quedado un contacto. Ahí se dio todo para que jugara en Trouville. Me gustó mucho el ambiente, es familiar y me hicieron sentir muy cómodo.

¿Cuándo empezaste a apuntar a ser profesional en el básquetbol?

Cuando empecé a entrenar en la Primera de Nacional, a los 13 años, que hasta tuve la oportunidad de debutar allá. Ahí vi que estaba bueno, era un lindo grupo, y empecé a mirar hacia arriba y pensar en dedicarme a esto. Cuando llegue a Montevideo vi que podía, y acá estoy, en ese proceso.

¿Qué entrenadores has tenido en Formativas que te hayan marcado?

En Salto estoy profundamente agradecido a Atilio Lima, que me enseño todo, a picar la pelota, a tirar, todo. Siempre que voy a Salto aprovecho para visitarlo y conversar con él. Y acá en Montevideo, primero a Leo Zylbersztein, porque me cambió la cabeza. Él me enseñó como era el básquetbol acá, que tenía que aguantar un juego distinto, a la diferencia de contacto que había y que no me iban a cobrar ciertas faltas, por ejemplo. Y también tengo que agradecerle a Augusto (Pons) que me “pulió” a lo que soy ahora.

¿Hiciste algún esfuerzo especial para poder llegar?

Siempre trato de hacer la misma rutina en la parte física, y cuando tengo un tiempo libre en la mañana intento coordinar con Augusto (Pons) para hacer técnica individual, mejorar aspectos en los que estoy más débil.

¿Cómo te definirías como jugador?

Me describo como un jugador más defensivo que ofensivo. Para mí estar intenso en defensa es lo que me da de comer en ofensiva. Cuando siento que puedo parar a otro jugador, de cabeza me siento más fuerte y ahí arranca mi ofensiva.

Si tuvieras que definir a un alero ideal, ¿cómo sería?

Sería un jugador con un tiro respetable, buen dribbling, y con claridad para leer el juego.

Estuviste en procesos de Selecciones Formativas, ¿qué te sumó eso?

En la Selección jugué de interno, todo el proceso como “4”, y era un guerrero ahí. Siempre di todo por la camiseta, no me importaba, quería aportar mi granito de arena. Jugar en esa posición me acotó un poco porque en Salto jugaba más abierto y cuando acá me pusieron de interno fue algo nuevo. Pero lo supe llevar y peleaba con los grandes de otros países que eran mucho más grandes. Veía jugadores de mi edad que me parecían enormes, y eso me ayudó a cambiar la cabeza en la forma de entrenar.

Desde que fuiste a Trouville, volviste a abrirte y jugar como perimetral, ¿te costó ese cambio?

Al principio me sentí más cómodo, más liberado. También me costó un poco más el tema del dribbling, como jugar un pick, como penetrar. Fue una debilidad que con el tiempo y trabajándola con Augusto (Pons) la he ido mejorando.

Ya te tocó debutar en el Primero de Trouville en la Liga, ¿te acordás cómo fue?

Mi primer partido fue en esta Liga con Goes, que entré unos segundos para defender al final del segundo cuarto. Estaba un poco nervioso, la tribuna estaba llena, el partido iba para la televisión. Pero me tocó entrar y quería aprovechar, aunque fuesen unos segundos. Después también me tocó jugar de local con Larre Borges, ahí fueron unos minutos, y ya estuve tranquilo porque tenía bastante confianza con el equipo.

¿Sentís que te costó el cambio de rol de Juveniles a Primera?

Son dos cosas completamente diferentes. En Juveniles me tocaba tomar más protagonismo, y en Primera hay que estar abierto a cosas nuevas, a lo que pide el entrenador. Obviamente busca más por otros jugadores, yo soy muy joven y quizá no esperan demasiado de mí, pero yo estoy pendiente de lo que me pida para poder aportar.

No es tan común en nuestro medio –y quizá debería hacerse más– que un jugador deje de jugar en Juveniles para ir al Ascenso, ¿cómo surge esta idea?

Fue por iniciativa de Augusto (Pons). Tuvimos una charla al final del año pasado donde me dijo que estaría bueno que jugara el Metro. A mí me gustó la idea, no tenía miedo a probar. Algunos dirigentes de Trouville ayudaron, y apareció la oportunidad de Verdirrojo y estoy muy agradecido. Vamos a ver que nos depara.

¿Qué venís a buscar a la Liga de Asenso?

Jugar minutos. Vengo a buscar minutos de calidad, donde el partido está caliente y pueda demostrar la clase de jugador que puedo llegar a ser, la proyección que tengo. Quiero mostrarme para poder jugar la Liga con Trouville o con cualquier otro equipo que se dé.

¿Cuáles son tus objetivos personales hoy en día?

Basquetbolisticamente siempre apunto alto. Quiero llegar a jugar profesionalmente, y jugar en el exterior sería lo ideal. Pero es paso a paso, día a día cuando uno entrena. Y fuera del deporte quiero terminar los estudios y hacer una carrera para poder tener algo abajo del brazo por si el básquetbol no se da, nunca se sabe lo que puede pasar.

¿Cómo has ido conciliando tus estudios con el entrenamiento?

Dejé los estudios un poco de lado por priorizar el básquetbol por momentos, y admito que eso está mal. El estudio te ayuda a crecer, y te puede asegurar un futuro mejor. Pero el básquetbol es mi pasión, es mi vida, no puedo estar muchas horas sin entrenar. Ahora estoy terminando unas materias del liceo y luego voy a hacer Facultad de Arquitectura.

Para cerrar, ¿tenés algún referente en el básquetbol?

No tengo un jugador que diga “a ese quiero llegar”. Siempre trato de sacar de todos algo bueno. Miro y trato de ver lo positivo de cada uno de los jugadores, lo bueno que hacen, cómo defienden, cómo juegan en equipo. Me gusta mirar a todos y sacar cositas de cada uno para construir lo mío.